Cada día, las calles de Bogotá y sus alrededores son testigos mudos de tragedias que podrían evitarse. Los motociclistas, protagonistas inesperados de un drama constante, enfrentan un destino incierto al aventurarse en unas vías donde la muerte acecha sin piedad. Sin embargo, ¿por qué esta situación se ha vuelto tan cotidiana? ¿Por qué la indiferencia parece haberse apoderado de nosotros?
El Ministerio de Transporte tiene una deuda pendiente con la seguridad vial de Colombia. Es urgente que se tomen medidas contundentes para detener esta sangría diaria de vidas en las vias. No podemos permitirnos seguir viendo cómo nuestros seres queridos se convierten en estadísticas más de un problema que, lejos de disminuir, parece empeorar con el tiempo.
Es hora de que el Gobierno nacional se ponga al frente de una campaña masiva que aborde de manera integral el tema de la seguridad de los motociclistas. No podemos conformarnos con controles esporádicos en las grandes ciudades mientras en los pueblos la situación es de total descontrol. Es necesario exigir el uso del casco, el mantenimiento adecuado de las motocicletas y una educación vial obligatoria anual para todos los motociclistas.
Pero la responsabilidad no recae únicamente en el Gobierno. Las empresas de domicilios como RAPPI también deben asumir su parte, garantizando que sus domiciliarios respeten las normas de tránsito y reciban la formación necesaria para circular de manera segura.
Es comprensible que algunas de estas medidas puedan resultar impopulares entre los motociclistas, pero la realidad es que la autoprotección individual nunca será suficiente. Se necesita una acción decidida y coordinada por parte de las autoridades y la sociedad en su conjunto.
Además, proponemos una medida radical pero efectiva: el aumento en el valor de las tarifas de las motos. Sin embargo, este aumento no debe ser un simple impuesto más, sino una inversión en el futuro de la seguridad vial en Colombia. Sugiero que estos fondos sean destinados exclusivamente a programas de educación vial dirigidos a todos los actores viales, desde estudiantes en colegios, ciclistas, motociclistas y dueños de vehículos. Es fundamental que la educación vial se convierta en una prioridad nacional, integrándose en el sistema de seguridad y salud en el trabajo para garantizar su implementación efectiva.
Además, ¿por qué no considerar la posibilidad de cobrar peajes a motociclistas específicamente con el propósito de financiar la educación vial obligatoria en Colombia? Sé que podría ser un desafío logístico y político, pero los beneficios potenciales son inmensurables. Imaginen cómo sería Colombia si todos los ciudadanos recibieran formación vial de calidad cada año. La reducción de accidentes y muertes en las carreteras sería significativa, y el país avanzaría hacia un futuro más seguro y próspero para todos. Es hora de tomar medidas audaces y transformadoras para salvar vidas en nuestras vías.
¿Seguiremos permitiendo que el año avance mientras los números de muertes en las carreteras continúan aumentando? Es hora de detener esta tragedia anunciada. Exigimos al Ministerio de Transporte que actúe de inmediato para evitar que un solo motociclista más pierda la vida en nuestras vías.