Justo antes de viajar a India, Colombia, en el 2012, logró a través de sus deportistas cosechar la más dorada representación nacional en unos Juegos Olímpicos. Una de oro por una Mariana Pajón, que se ha fogueado internacionalmente: tres de plata y cuatro medallas de bronce. Sabemos que estar fuera del país, hace más sensible el amor patrio, y vaya el orgullo que sentí por los deportistas del país, vaya el orgullo que sintieron todos los colombianos.
El año pasado todos respaldamos con un amor patrio desbordado a los jugadores de la mejor selección de fútbol que el mundo vio en Brasil 2014; Colombia comenzó a exaltar la loable actuación de ese equipazo. No fue solo la mejor actuación de Colombia en un mundial de fútbol, sino que, como consecuencia, el mundo comenzó a hablar de Colombia en otra tónica, desde otra perspectiva; fue un orgullo integral para los colombianos.
Ahora, desde España, sinceramente me conmuevo al ver titulares de prensa nacional o europea hablando de Colombia, pero no de aquello lo de siempre, sino de un James Rodríguez, de un Carlos Bacca, de Catherine Ibargüen, de Juan Pablo Montoya, Rigoberto Urán… en fin. Estar fuera del país hace aflorar el orgullo patrio aún más, y yo, gracias a estos personajes, me hincho más de orgullo. Así como sé que todos los colombianos nos sentimos orgullosos de ellos.
Lo anterior es lógico, pero ahora quiero que se piense en los deportistas. Ellos no hacen más que trabajar por sus metas, por hacer sentir orgullosa a su familia, y de igual forma a su país; pero ¿tienen nuestros deportistas razones suficientes para sentirse absolutamente orgullosos de los colombianos?
Una vez ellos ganan medallas, el gobierno nacional les regala casas, les da una recompensa económica y les dota de herramientas deportivas para seguir haciendo sentir orgulloso al país. Así no se debería tratar a los personajes que están haciendo cambiar la imagen de la República de Colombia ante el mundo.
Estoy seguro que Ibargüen -sí, la bella morena de sonrisa dorada- le hubiese dado una de oro a Colombia en Londres 2012 si en su natal Apartadó ella hubiese crecido al lado de escenarios deportivos que le potenciaran desde niña su evidente talento.
Quintana, cuántas alegrías más le hubiese dado al país, si en su natal Boyacá se patrocinara a los ciclistas como él, desde niños, con escuelas de formación, escenarios deportivos o al menos una bicicleta digna para hacerse campeones.
Juan Pablo Montoya, en su más reciente victoria en las 500 de Indianápolis, dice que se siente orgulloso de ser colombiano, pero que no corrió por su país. ¡Claro! A él le ha tocado trabajar para mantenerse en su carrera, se ha hecho fuera del país, y mientras en muchos años se le criticaba, él sigue haciendo en algunas ocasiones, hinchar el pecho de orgullo a los nacidos en Macondo.
Hace menos de un mes Jossimar Calvo ganó dos medallas de oro en la Copa Mundo de Gimnasia realizada en Anadia, Portugal. Sara López y Daniel Muñoz le dieron dos medallas de oro a Colombia en Mundial de Tiro con Arco en Shangái… y podría seguir; ¿cuántas medallas más estuviese recibiendo el país, si los colombianos escogieran buenos gobernantes? ¿De cuántas alegrías patrias nos hemos perdido por la existencia de corrupción y la carencia de estructura deportiva de excelencia?
No es misterio saber que el país tiene mucho talento, como todos los países tienen gente talentosa, pero si estos pocos señores que he nombrado han logrado lo que han logrado, ¿qué sería del deporte colombiano si los niños nacieran pudiendo desarrollar su talento en escenarios deportivos? ¿Cuántos más ciclistas en carreras internacionales? ¿Cuántas más Mariana Pajón? ¿Cuántos más futbolistas de élite?
Envío saludo de fortaleza a todas aquellas familias que hoy en día siguen pagando utensilios deportivos a sus hijos, siguen costeando clases privadas para fortalecer el talento de sus hijos, hacen rifas para que un equipo vaya a representar a su municipio en un campeonato departamental o nacional.
Ojalá los colombianos comencemos a retribuir a los deportistas. Sentirse orgulloso de ellos es lo menos que podemos hacer por lo que ellos hacen por nosotros, por el país. A nosotros nos toca hacer presión social para que los niños y jóvenes en el país tengan dónde entrenar, puedan dotarse de herramientas deportivas, de tutores, de facilidades para participar en justas departamentales o nacionales.
Es grato que estando en el exterior, y al decir que se es de Colombia, ya no pregunten por Pablo Escobar, pero sí por James Rodríguez, Catherine Ibargüen, Mariana Pajón, Juan Pablo Montoya, Falcao, Nairo Quintana… Es hora de hacerlos a ellos, y a los próximos referentes del país, orgullosos del pueblo al que representan.
Gracias a todos estos deportistas, a los que hoy se hacen en talleres artesanales, a sus familias que invierten en sus sueños y talentos. A los colombianos, al resto: ¡A pellizcarnos!
