No sé en que momento, la hinchada se convirtió en Barra Brava, la misma que le da piedra al bus del equipo visitante, la que pide cédulas para linchar a los provincianos y la que vende droga en la gradería.
Nadie sabe cuando se llegó a este extremo, pero al parecer es irreversible. El problema del barrismo en América Latina es tan grande, que en algunos países como Argentina y Brasil, son los líderes de las fanaticadas, son los que sacan a un presidente o amenazan de muerte a un jugador.
En Colombia no estamos tan lejos de esto, solo basta con mirar los hechos de violencia que se presentaron en el fútbol nacional el fin de semana anterior en Cali y en Medellín.
En el partido entre Medellín y Cali, se detuvo el encuentro, debido a que, antes de terminar la primera parte, hubo riñas en la tribuna de oriental y occidental. "Hinchas" poderosos, buscaron silla por silla y en cada rincón del estadio, a los aficionados del Cali.
Es más, a muchos les tocó sacar la cédula y mostrar que eran paisas, no siendo esto suficiente, también les hacían sacar el celular y que mostraran fotos del equipo. Al que no cumplía estos requisitos, lo intentaban linchar. 45 riñas se presentaron en la unidad deportiva Atanasio Girardot.
En Cali, previo al partido América - Nacional, atacaron con piedras al bus que transportaba a la escuadra verdolaga. Antes de que entraran al parqueadero subterráneo del escenario, algunos mequetrefes violentaron al equipo visitante.
Aún hay tiempo de detener este cáncer que consume nuestro fútbol, todavía se pueden alejar a los vándalos que sacaron corriendo a las familias de los estadios.
¡Que viva el fútbol en paz!