No es nada fácil para mí aproximarme con esta pequeña descripción a la grave, compleja y complicada situación del barrio subnormal Villa Betel, especialmente a la del sector 3. Pero no moriré en el intento.
Betel es un nombre bíblico que significa casa de Dios, es la segunda ciudad más mencionada en la Biblia, de acuerdo con Wikipedia. Pero Villa Betel no tiene nada que ver con el mundo celestial. Por el contrario, su realidad cotidiana es infernal o datesca.
La invasión está ubicada en medio de la vía férrea del tren y el gasoducto de Promigás, una de las tantas empresas de Luis Carlos Sarmiento Angulo, el hombre más rico de Colombia y el mundo.
Lo que salta a los ojos es una problemática grave en materia de convivencia, de ausencia del Estado, de niñas menores de edad de 13 años con hijo. Aquí no hay agua potable, no hay recolección de basuras.
El barrio está inundado de moscas, mosquitos y zancudos, de rellenos sanitarios y basureros, botadero de escombros.
El agua que se toma en el lugar es extraída de los pozos que han sido excavados en el barrio. Al preciado líquido no se le realiza ningún tratamiento de potabilización ni de higienización.
La luz eléctrica es un problema irresuelto en Villa Betel. El recibo no falla, pero la compañía encargada de proveer el servicio eléctrico, Aire, no ha instalado transformadores, redes eléctricas, etc.
Aire sólo cobra por el suministro del fluido eléctrico, pero no realiza el mantenimiento de las redes ni de los transformadores que la comunidad han comprado para que el suministro del servicio sea de calidad.
Las autoridades de policía brillan por su ausencia en el sector, pese a estar a escasos minutos el comando de la Policía Departamental del Magdalena.
Pululan los lugares para la venta de licores, cuyo nivel de volumen del equipo de sonido no les permite a los vecinos sostener una conversación en un tono normal.
Es el mismo escándalo de todos los días.
Se le ha realizado el llamado al cuadrante de la Policía Nacional en repetidas e insistentes ocasiones y manifiesta que viene, pero nunca acude.
La autoridades distritales, departamentales y nacionales no deben olvidarse de que los habitantes de Villa Betel son colombianos; y lo más importantes es que son seres humanos de Colombia y Venezuela en condiciones de pobreza extrema.
A modo de solución, considero que se debe realizar campañas de concienciación de la comunidad con el acompañamiento del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, entre otras entidades. También, enviar carrotanques para abastecer a la comunidad de agua potable y la empresa Interaseo, encargada del servicio de de recolección de basuras, debe hacer presencia a través del camión recolector.