Indignación fue lo que muchos sentimos ayer al leer la columna de Iván Gallo en este medio. El texto titulado Barranquilla ya no da la talla, Bogotá, la verdadera casa de la selección levantó muchas ampollas, en especial a los que somos hinchas fieles de la tricolor y creemos con convicción que Barranquilla tiene todo para ser la casa del equipo nacional. Ese elitismo de la gente del interior que cree que Bogotá es el centro del universo y su gente es la más sofisticada es muy maluco.
Si no me cree lea los comentarios en las redes sociales o en la misma página, hay muchos que destilan el odio más puro e irracional, están llenos de insultos y hasta de amenazas al autor. Sin embargo, navegando por ahí encontré un texto de El Sabanero, un blog que frecuento, que contradice lo que dice el señor Gallo con toda la altura y los argumentos. Se los dejo para que lo lean:
Antes de iniciar con propiedad esta publicación debo aclarar que yo, incluso en mi calidad de Ciudadano Caribe, no soy fanático de la ciudad de Barranquilla. Desde la primera vez que tuve la oportunidad de ir, cuando apenas entraba a la adolescencia, me sorprendió que siendo la ciudad más importante del Litoral Caribe, Barranquilla guardara tan poca coincidencia cultural con el resto de la región. En ningún otro lugar de la Costa Caribe Colombiana se ve un afán tan desmedido por aparentar, por presumir, por fanfarronear… un afán protegido por un esnobismo sin límites que permea todas las clases sociales, sin ninguna excepción y también por una visión engrandecida de sí mismos que no tiene parangón ni siquiera en Bogotá o Medellín.
El habitante de Barranquilla, en su gran mayoría ni siquiera nacido allí, sino en alguno de los municipios del Atlántico, como Tubará, Piojó o Luruaco, o en algún pueblo perdido del litoral caribe, vive, camina y respira como si no viviera en Colombia, sino en alguno de los cayos de la Florida. Y digo todo esto para que no me acusen de regionalista cuando digo sin lugar a dudas que no hay otra ciudad que merezca el título de Casa de la Selección Colombia.
Hace unas horas un desafortunado opinador bogotano, que posa de columnista en esa colcha de retazos deformes que es Las 2 Orillas, afirmó sin ninguna clase de pudor que Barranquilla no merece ser la casa de la Selección Colombia porque:
Los espectadores no van a ver el partido, sino a lagartearle a los políticos. Y por tanto no hay presión sobre el equipo rival.
- El clima no favorece el desempeño de la selección nacional, ni debilita el del equipo rival.
- En Bogotá hay gente de todas partes del país y puede asistir todos al Estadio, no como en Barranquilla, que solo entran los costeños.
Analicemos estos argumentos a ver si son ciertos, o si solo son el producto de una mente xenófoba enquistada en el altiplano cundiboyacense, al mejor estilo de la “señora” Claudia López, que esta semana parece que se le olvidó la pastilla de la cordura y de la sonrisita ante cámaras que le proporcionó su asesor de imágen.
1 ¿Es cierto que los espectadores no van al Metropolitano a ver a la Selección?
Habiendo ido en 3 ocasiones al Estadio Metropolitano a ver jugar a la Selección Colombia, me consta que aunque el calor es duro, no es insoportable, ni nada que no pueda solucionarse con una botella de agua, una gaseosa o una cerveza, y aún más en el mismo instante en que empieza el juego, el clima pasa a un segundo lugar y la mayoría se concentra en lo que ve en la cancha.
En las graderías los espectadores gozan, sufren y se emocionan con cada jugada, con cada ola, con cada ovación, con cada aplauso de reconocimiento. El Metropolitano nunca se queda callado. Y cuando se trata de apabullar a los equipos rivales la decisión es unánime. Hasta desde las gradas Occidentales, que son las que reciben a los espectadores VIP, se escuchan gritos. Así que el señor opinador cundiboyacense se puede ahorrar ese argumento.
Los espectadores que van al Metropolitano van a ver y a apoyar a la Selección Colombia, con todo lo que tiene, voz, alma y corazón.
Es completamente falso que la gente vaya a lagartearle a los políticos, o a amacizar a la moza. Una afirmación completamente irrespetuosa con todas las mujeres que asisten al Metropolitano a ver a la Selección.
2 ¿El clima de Barranquilla no favorece a la Selección Colombia?
Para esto comparemos las dos últimas eliminatorias que se jugaron en ambas ciudades. En Bogotá se jugaron las eliminatorias de 2002 y 2010. En Barranquilla se jugaron la de 2014 y la actual de 2018. Sacando las respectivas cuentas, vemos el siguiente promedio de puntos esperados por partido como local en ambas ciudades:
Bogotá: 1,67
Barranquilla: 2,00
Es decir, mientras que en Bogotá le aporta (en promedio) a la Selección Colombia en cada partido como local 1,67 puntos, Barranquilla le aporta 2,00 puntos. Esa diferencia de 0,33 puntos por partido, que sin duda marca la diferencia en el clima de la Capital del Atlántica, es lo que nos ha permitido en varias ocasiones acceder a los mundiales de fútbol. Algo de lo que Bogotá no ha sido capaz.
Así que es falso que el clima de Barranquilla NO ayude a la Selección Colombia.
3 ¿Al Metropolitano solo asisten los costeños?
Quizás la experiencia más impactante de asistir a un partido de fútbol de la Selección Colombia en el Metropolitano es el momento en que se canta el Himno Nacional. Y no solo es impactante por las 45.000 voces que suenan al unísono, sino porque observas a tus vecinos de ubicación, de Medellín, de Bucaramanga, del Tolima, de Cali, de la misma Barranquilla, y sí, hasta de Bogotá cantando al unísono. Y no son gente rica, estrafalaria, sino gente del común, ciudadanos de a pie, que se vuelven amigos en un minuto conectados por la patria que todos tenemos en común.
Es la experiencia más patriótica que puede tener un colombiano, ver que a pesar de las diferencias culturales, históricas e idiosincráticas, todos estamos arropados bajo la misma bandera, amarrados al mismo destino.
Es completamente falso que solo vayan costeños.
Ya para concluir, le sugiero al opinador cundiboyacense, cuyo nombre ni siquiera es digno de mención en esta publicación, que deje sus regionalismos y xenofobias bien guardados en la madriguera que habita en algún punto de la contaminada capital del país. Y que tenga al menos la objetividad de reconocer que Barranquilla es, sin duda alguna y sin ninguna competencia, la Casa de la Selección Colombia.