Desde hace cerca de un año una figura exótica y con acento extraño merodea por las calles de Barranquilla. Con megáfono en mano lanza arengas en las que llama a un alzamiento popular.
El novedoso personaje se identifica como Hassan Fares Hachem, o por lo menos así dice llamarse en su cuenta de Instagram, en la que se le observa recorriendo muchos lugares de la ciudad y entregando mercados en bolsas negras.
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El hombre al que empezaron a llamar en los barrios pobres de Barranquilla el Turco Hassan se despacha con su megáfono sobre el platón de su camioneta a manera de tarima, como si fuera un candidato en campaña, y remata siempre con la frase “no nos crean maricas”.
El Turco Hassan se acompaña de una cincuentena de muchachos que en su mayoría son recicladores de los barrios marginados de la ciudad a los que reclutó, según ellos, por una pequeña propina y que actúan como su guardia.
Él va siempre a bordo de una camioneta ajada por los golpes en su carrocería, producto al parecer de su torpeza al conducir, y entrega mercados al menudeo en los que hay más agua que proteína, según los beneficiarios que los reciben sorprendidos por la súbita generosidad del personaje.
En un principio, los curiosos que lo veían más en las redes sociales que en la calle de la ciudad se tomaron con gracia al personaje que parecía uno de esos sospechosos benefactores en campañas tempranas a una junta de acción comunal, pero el tono del individuo empezó a cambiar cuando acompañado de su arda de jóvenes sin empleo se tomó las calles de muchos barrios en forma agresiva e intimidante.
La estrategia de este sujeto salido de las colonias palestinas de Barranquilla, así lo afirma él, consiste en grabarse o poner a alguien a hacerlo con su móvil cuando empieza a desafiar a la policía a la que insulta cuando lo requiere para que se identifique. En un solo video pasa de manera casi esquizofrénica de la adulación al insulto a los uniformados, a los que les recuerda que fue miembro de la policía cívica de Barranquilla por casi 18 años.
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Hasan manifiesta una pública adoración por la familia de Alex Saab, preso en Cabo Verde y en tránsito a ser extraditado a Estados Unidos por sus vínculos con los tentáculos mafiosos del régimen de Maduro en Venezuela. Muchos en la ciudad afirman que los fondos para esta campaña de detonación tiene como origen al convicto.
En uno de los contenidos glorifica al padre de Saab, Luis, quien falleció recientemente a causa del COVID-19. Además, con cánticos árabes de fondo besa tiernamente y con gratitud su cabeza, como lo hace con los niños de Barranquilla a los que sorprende en sus videos con una caricia tras la entrega de un regalo.
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Las pilatunas del personaje que aclara en cada contenido que es colombiano en un pésimo castellano han ido creciendo y han encontrado en Barranquilla un caldo de cultivo en las marchas que son realizadas en medio del paro nacional.
Lo que era una graciosa presencia empezó a convertirse en otra cosa. La semana anterior, el Turco Hassan llamó al levantamiento popular, invitó a destruir monumentos y a acabar con lo hecho en la ciudad por el exalcalde Alex Char. Así detonó la rabia de muchos en los entornos del estadio Romelio Martinez, donde se realizaban los partidos de fútbol de la Copa Libertadores de América.
La turba aupada por el Turco llegó hasta las inmediaciones del escenario y obligó al accionar del Esmad, que tuvo que repeler a los vándalos que estimulados por el megáfono de Hassan arrasaron con comercios y obligaron a detener el partido que era transmitido por señal internacional en medio de la nube de gases. Esto puso a pensar a la Conmebol en la conveniencia de cancelar la Copa América en Colombia.
Hassan no se detuvo ahí. Dos días después, y perseguido por la policía en la Vía Circunvalar de Barranquilla, tomó una calle en contravía. Ante la acción de un motorizado de la institución que quiso retenerlo, lo embistió con su camioneta. El hecho dejó al policía con graves contusiones.
Lo extraño es que el Turco, no obstante no tener licencia para conducir ni la placa trasera de su carro, no fue detenido. Muy por el contrario, dio órdenes en cámara para que los uniformados se retiraran del lugar, cosa que hicieron media docena de ellos mansamente, antes de ser perseguidos por su guardia.
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Las acciones de este hombre, que para muchos ya no es evidentemente un personaje inofensivo y pintoresco, obligaron a varias personas preocupadas a poner en conocimiento de las autoridades nacionales lo que está pasando con él en la ciudad.
Incluso Diego Molano, ministro de Defensa, fue alertado por lo que muchos consideran una peligrosa presencia que tiene intereses desestabilizadores y que cuenta con el apoyo de personas que lo están patrocinando desde el exterior para avanzar en una acción sediciosa que busca, a la vista inactiva de las autoridades, hacerle daño a la ciudad.
