Era increíble ver como mas de 30 mil personas llenaron el estadio viendo a una selección que no transmite nada. Porque existen equipos tibios y este de Cardenas, con jugadores anodinos. El pasado martes nos salvamos de una reverenda goleada. Pero el público cantaba, alentaba, no se cansó. El Campín no queda en ningún extramuro, está en el corazón de la capital. En plena 26. Fácil acceso, todos saben dónde queda. No queda en la lejura de Soledad. Salir a las 10 de la noche un martes del Metropolitano es de las sensaciones más desoladoras que un hincha del fútbol puede sentir.
¿Por qué por el embeleco de Jesurún y sus amigos los Char debemos asistir a un secuestro consumado de un equipo nacional? Barranquilla no es la capital del país. Fue muy importante en 1989, cuando fue la sede de una hazaña que aún celebramos: regresar a un mundial desde 1962. Luego vinieron las clasificaciones a los mundiales de Estados Unidos y de Francia. Luego, en el 2002, cuando le quitaron en el último momento el equipo al Chiqui García que ya estaba clasificado, quedamos eliminados. En el 2006 quedamos eliminados al igual que en el 2010. Ojo, en esas tres eliminaciones consecutivas se alteranaron las sedes. No fue Barranquilla completamente la única sede. Luego, cuando regresó Pekerman en el 2012, el equipo volvió a la Arenosa.
Uno no puede decir que Colombia haya clasificado, en la más brillante de sus generaciones, por la sede. Barranquilla fue un accidente. Incluso hubieran podido hacerlo jugando en Leticia, ¿Quién podía detener a Falcao y Jackson Martínez en sus mejores versiones? Para el 2018 el equipo perdió puntos importantísimos de locales y se ganaron fue de visitantes. Así que el equipo clasificó a pesar de Barranquilla, un público frío destinado a las invitaciones de los Char donde reciben a buena parte de la política local cuando aparece un partido de importancia en plena eliminatorias. Un fortín político. Por eso es que la hinchada viene es de Bogotá, del interior y no de Barranquilla, un público que no está acostumbrado a los fragores de los partidos de fútbol.
Así que, después de ver el lleno contra Uruguay en la sub 20 a mi no me queda ninguna duda de que lo mejor es que regrese la selección a Bogotá, aprovechar el nivel del mar, la altura y marcar diferencia. El problema no es Barranquilla, el problema son los Char y el manoseo en el que ha sumido al equipo de todos.