Por los años que tengo, que no son pocos y quisiera que no fueran tantos, me puedo dar el lujo de recordar tiempos pasados y analizar el tiempo presente de nuestra querida ciudad.
Sería de una miopía monumental no reconocer los avances de esta pujante ciudad, la cual nos hace sentir orgullosos y defender con ahínco los cuestionamientos que nunca faltan y que generalmente provienen de enemigos cercanos y algunas veces de los interioranos.
Pero lo anterior no obsta para reconocer que igualmente se han cometidos errores, sobre todo en materia medioambiental, toda vez que algunas zonas verdes de antaño se han convertido en zonas donde el asfalto y el cemento son el común denominador.
Es preciso recordar que el antiguo colegio alemán, rico en zonas verdes y lugar de esparcimiento, desapareció y hoy contamos con un centro comercial, pomposamente denominado Viva Barranquilla, donde lo importante es la explotación exponencial del metro cuadrado, lo cual trae consigo ausencia de árboles con la afectación al derecho que tenemos la ciudadanía de respirar aire libre de partículas contaminantes.
Lo mismo ocurrió con el colegio San Francisco de Asís, hoy convertido en Éxito San Francisco. El análisis cuidadoso nos indica que la propiedad de las anteriores instituciones educativas fue adquirida por uno de los almacenes de cadena más poderosos y conocidos en el país y fuera de él: Almacenes Éxito; quienes en sus anuncios publicitarios, divulgados por distintos medios masivos, se jactan de manejar adecuadamente el tema ambiental, olvidando que en sus prácticas comerciales cambian lo verde de la naturaleza por duras superficies contra natura.
No podemos olvidar que otras instituciones educativas como son Colegio San José (hoy centro comercial único) y Colegio Americano (centro comercial americano) también cedieron su vocación misional ante los intereses económicos de este mundo que recientemente se denominó apertura económica y que con el correr de los años se ha ido metamorfoseando y ha cambiado de denominación pasando por neoliberalismo, capitalismo neoliberal, internacionalización de la economía y hasta capitalismo salvaje, para mencionar algunas expresiones.
Pero no solo los colegios han cedido ante el poder económico, también hospitales como el Francisco de Paula Santander, ubicado en el barrio Recreo de nuestra ciudad y que ocupaba una extensa manzana provista de zonas verdes, desaparecieron. Este por arte de magia se convirtió en una exitosa supertienda Olímpica, en un gimnasio y en otra mole de concreto habitacional, donde el valor del metro cuadrado pasó de miles de pesos a millones de pesos.
Porque la lista se haría interminable, menciono solo estas que en un tiempo fueron verdes y que ahora son grises para el análisis de las consecuencias que esta práctica trae. Por ejemplo, que al caer las lluvias y al no existir la cantidad de arena que anteriormente había y de donde se derivó el apelativo de nuestra ciudad, La Arenosa, sino todo lo contrario (o sea el cemento), las aguas lluvias corren raudas y con mayor peligrosidad trayendo lo que vemos en los noticieros locales y nacionales, cada vez que llueve.
Sin ser fatalista, ni apocalíptico tampoco, sería interesante tomar los correctivos del caso, para evitar tragedias como las ocurridas recientemente y de las cuales, no sabemos cuántos años deben transcurrir para reponernos de los daños, no solo económicos, sino humanos, que son irreparables.