Este año, para escapar al encierro de Bogotá en pandemia, viajé por ocho días a Barichara, Santander, antes de Semana Santa. Terminé quedándome en total dos meses y volví la semana pasada a disfrutar del “IV Encuentro Nacional de Escuelas Audiovisuales”. Si me gano el Baloto regresaré a quedarme allá lo que resta de la fiesta de la vida.
Desde antes que Belisario Betancur decidiera residenciarse en Barichara, a seguir leyendo poemas y otros extravíos de la política, varios intelectuales, artistas, artesanos, jubilados y extranjeros románticos decidieron hacer de ese paraíso su pasión y su vivencia.
Intelectuales, artistas, artesanos han hecho de Baruchara su vivencia
Según Álvaro Arciniegas Avendaño, el grupo de Aquileo Parra (quien nació en Barichara en 1825 y fue presidente de Colombia entre 1876 y 1878) hizo parte de lo que luego fue llamado “el Clan de Curití”, conformado por liberales radicales y anticlericales, entre los que se contaron Francisco Santos Galvis, los Espinosa, la mamá de Carlos Andrés Pérez (presidente de Venezuela), José María Rueda (Conde de Cuchicute) y otros notables. Esa estirpe liberal, cuando llegó la violencia de mediados del siglo XX, fue tan sectaria que los godos salieron huyendo a formar otro pueblo, Villanueva, como lo cuenta Oscar Vesga en el documental “Paz anónima”
Los campesinos de Barichara, y antes los indios guane, han cultivado de todo porque de todo se da en la provincia guanentana: tabaco, quina, fique, plátano, yuca, hortalizas y más recientemente fríjol, café, cítricos, frutales, etcétera. Para esos cultivos talaron y talaron los árboles nativos hasta quedar sin agua. Luego le metieron tractores y aditivos químicos para el tabaco y los fríjoles. Y pastos para ganadería. Para colmo, llegaron las grandes empresas a cultivar marihuana y tomate mediante invernaderos y plástico, a extraer agua de pozos profundos y seguir contaminado arroyos y quebradas. Entonces los campesinos y en especial los niños se han hecho ambientalistas y han salido a contener el desastre. El turismo y las artesanías le están dando la mano a los pobladores de Barichara pero de nuevo el agotamiento de las fuentes hídricas sigue siendo la gran amenaza. Como siempre en Colombia, la corrupción y la pésima administración han despilfarrado los recursos asignados para el acueducto municipal y la PTAR.
Barichara, uno de los pueblos más bellos de Colombia
Barichara disputa con Villa de Leyva el título del pueblo más bello de Colombia. Pero no solo por la arquitectura, el clima y la historia: por su gente. Eso me quedó muy claro, también, la semana pasada viendo y compartiendo con campesinos, niños, niñas, pobladores y líderes sociales que en sus veredas y en el pueblo acompañaron los debates, las presentaciones de teatro, de danza, de música, de videos, el cine documental y las conferencias en terreno, “aprendiendo desde la experiencia”, sobre lo que pasa en casi todo Colombia, y es documentado y recreado por las escuelas audiovisuales comunitarias.
En el IV Encuentro Nacional de las EAC estuvieron presente las siguientes organizaciones culturales: las Tulpas de Comunicaciones Nasa de la ACIN (Cauca), el Colectivo Mejoda del Distrito de Aguablanca (Cali), el Colectivo de Comunicaciones de Montes de María (Bolívar-Sucre), la Red de Comunicaciones del Pueblo Wayuu (Guajira), el Colectivo de Comunicaciones Kuchá Suto (San Basilio de Palenque- Bolívar), la Escuela Popular de Cine y Video Ojo al Sancocho (Ciudad Bolívar- Bogotá), la Escuela Audiovisual Infantil (Belén de los Andaquíes, Caquetá), la Asesora de Comunicación del Pueblo Kankuamo (Cesar), la Bunkuaneyuman Comunicaciones (Pueblo wiwa - Magdalena), la Escuela Experimental de Artes Audiovisuales (Villa de Leyva) y la entidad organizadora, la Fundación Cultural Ojo de Agua dirigida por Emilce González y Oscar Vesga. Fue todo un bello aquelarre y un sancocho nacional.
El documental de Oscar Vesga, por ejemplo, Bonanza plástica, una reflexión sobre valor y precio, muestra la historia del cultivo agroindustrial del tomate en Villa de Leyva, las condiciones tecnológicas, de mercado, ambientales, de uso intensivo de agua, agroquímicos y plásticos, los efectos sobre la salud humana y animal y sobre el paisaje, y finalmente la crisis de los precios por las condiciones de importaciones asociadas a los Tratados de Libre Comercio suscritos por el gobierno de Uribe.
Los niños y niñas de Barichara están haciendo cine, teatro, sobre su realidad social y cultural
Los niños y niñas de Barichara están haciendo cine y teatro y danza y música y radio. Lo están haciendo sobre su realidad social, ambiental y cultural, de la mano de sus padres, empeñados ahora en cultivar café orgánico como lo hace la asociación Café Humano (creada antes de Colombia Humana, para que vean).
No tengo duda de que a futuro, los herederos de los guanes y de los liberales radicales y de los godos de Villanueva, que han podido vivir en paz luego de las matanzas de los años 50 y 60 del siglo pasado, ordenarán el territorio en torno al agua y vivirán del conocimiento, el arte, del turismo y de los cultivos orgánicos.
Volveré, para quedarme en Barichara, solo si me gano el Baloto. Sí, porque está llegando tanta gente a vivir allí que se presenta una burbuja inmobiliaria. Pero en otra ocasión hablaremos de ella.
PD: Justo el 3 de diciembre pasó Gustavo Petro por San Gil, vecino de Barichara, hablando de protección al mercado nacional, de economía campesina sostenible, del fique y de otras historias por venir.
Fotos: Jorge Pulecio Yate
Publicada originalmente el 8 de diciembre 2021