Barenboim y Said: el equipo de un judío y un palestino
Opinión

Barenboim y Said: el equipo de un judío y un palestino

El formidable director de orquesta argentino-israelí y el filósofo y escritor palestino, dan una luz en el camino a la escucha mutua, uno de los pocos viables hoy

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abril 08, 2024
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¿Qué tipo de liderazgo puede propiciar la disposición a escuchar al otro en conflictos como el de Israel y Palestina, hoy en su más sangrienta réplica?

El cuento de Daniel Barenboim, el formidable pianista y director de orquesta argentino-israelí y del filósofo y escritor Edward Said, palestino (ya fallecido), arroja una luz en el camino a la escucha mutua, uno de los pocos viables ante las atrocidades multiplicadas desde el pasado 7 de octubre.

Hace 25 años, Barenboim y Said crearon una orquesta de la que forman parte jóvenes músicos israelíes, palestinos, de países árabes y, también, españoles. Inspirados en un libro de Goethe publicado a comienzos del S.XIX, la llamaron el Diván de Occidente-Oriente (“West Eastern Divan”). Cualquiera puede apreciar en youtube la 5ª Sinfonía o los conciertos para piano de Beethoven con el impecable y apasionado Barenboim dirigiendo y tocando el teclado con la magistral orquesta en la que predominan judíos y palestinos.

Hace años se presentó en Ramala, Palestina, muy cerca de Jerusalén. La música, interpretada por músicos descendientes de estirpes que se han odiado unas a otras, hizo el temporal milagro de que fanatismos de generaciones se olvidaran, como si claudicaran frente a la magia del arte.

“Esta orquesta no va a traer nunca la paz, pero este esfuerzo es capaz de traer el entendimiento, la posibilidad de escuchar el argumento del otro y, quizá, con el tiempo, la paz”, fueron palabras de Barenboim en Ramala (El País).

La barbarie de hoy está en manos de líderes de una insensibilidad extrema, capaces de asegurarles a sus propios pueblos una inseguridad y vulnerabilidad extremas en las décadas siguientes.

Seis meses han transcurrido desde el infame ataque del terrorista Hamás a civiles indefensos israelíes. Asesinatos a sangre fría, violaciones y secuestros de personas de todas las edades, comunes y corrientes, en sus casas, en las carreteras, en los terrenos en los que se celebraba un concierto juvenil.  Actos no repudiados, en su momento, de manera unánime y explícita por todos los gobiernos que se dicen democráticos.


Silencio insoportable de gobiernos que pareciera haberle dado carta blanca a Netanyahu a una campaña que cada vez se asemeja más a la del exterminio


Y seis meses, también, de la invasión a Gaza que ya lleva 33.000 muertos, la mayoría civiles, incluyendo mujeres y niños, y centenares de miles de personas sitiadas por el hambre, carentes de servicios públicos, con su patrimonio destruido. Silencio insoportable de gobiernos que se dicen bastiones de los derechos humanos, que pareciera haberle dado carta blanca a Netanyahu a una campaña que cada vez se asemeja más a la del exterminio. Un Biden timorato, que podría plantarse ante Netanhayu y parar el asesinato de civiles palestinos. Todo ello, a manos de un ejército que se supone uno de los mejores del mundo, con la mejor inteligencia y motricidad fina militar, que tampoco estuvo a la altura de garantizar la seguridad del pueblo israelí el 7 de octubre cuando incursionaron los asesinos de Hamás.

Una verdadera salvajada que no tendrá ganadores. Netanyahu ha logrado aislar a Israel en la escena internacional, no ha conseguido la liberación de los secuestrados por Hamás ni logrado exterminar el grupo terrorista, ni tener un plan para “después” (el de los dos estados, por ejemplo). El poder de la narrativa del Holocausto de los años 30 y 40 se desvaloriza por los actos frente al pueblo palestino y la vulnerabilidad del pueblo judío, en Israel y en la diáspora, se multiplica.

Hamás, ni se diga. Claman, con cinismo, que han cumplido sus propósitos, particularmente el de mostrar al mundo la subyugación del pueblo palestino (Huffington Post), dando pie a la invasión que ha destruido el modo de vida de un millón y medio de gazatíes, matado a decenas de miles de civiles. Parecen hechos a la medida de las necesidades políticas del otro (Netanyahu y Hamás).

Cualquier acuerdo es, por supuesto, político. Sin embargo, proyectos como el del Diván de Barenboim-Said, son imprescindibles:

“Edward Said y yo siempre creímos que el único camino hacia la paz entre Israel y Palestina reposa en el humanismo, la justicia, la igualdad y el fin de la ocupación, más que en una acción militar, y tengo esta convicción aún más hoy que nunca” (Barenboim, Octubre 2023), no sin condenar enérgicamente el vil ataque de Hamás.

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