El proyecto de acuerdo de presupuesto 2014 ya está listo para sanción presidencial. ¿Cómo se reflejan allí nuestras realidades sociales?. Las múltiples protestas de este año de varios sectores sociales y económicos estratégicos del país quedan resarcidas o brillan sólo promesas coyunturales que cubren deudas políticas y financieras, pero poco de la deuda social.
El presupuesto público de 2014, aprobado la noche del 16 de octubre en el hervor de un Presidente-Candidato y del premio a los congresistas es de $203 billones; aumenta 9,4% respecto a 2013 y representa el 31% del PIB.
Analizando las 285 diapositivas que presentó el ministro Cárdenas en el capitolio, la primera impresión es la inviabilidad de programar el 56% del presupuesto total a gastos de funcionamiento del aparato burocrático cooptado por la clientela, mientras la inversión pública sólo representa el 21%. El renglón con mayor peso específico es el servicio a la deuda por $43,2 billones, que al contrastar con las reservas internacionales del Banco de la República por $82 billones con costo fiscal de $3 billones desde 2009, no se justifica tan abultada deuda pública.
Por su parte el gasto pensional representa $31,8 billones y se utilizan el 80% para pensiones altas de más de 10 salarios mínimos. Las transferencias territoriales participan con $29,8 billones y el primer rubro sectorial es defensa y policía con $27,7 billones, mientras ciencia y tecnología representa el 0,2%. En educación se destinan $27,2 billones y el 92% va a gastos de funcionamiento, mientras tenemos una deuda pendiente en inversión de $12 billones, donde los $2,1 billones lucen insuficientes. El gasto público en salud refleja $18 billones pero la deuda rezagada, por el desfalco de la ley 100 y las EPS va en $15 billones.
Por el lado de la financiación, sobresalen las malas políticas públicas en las ramas fiscal y tributaria, ya que el 80% del financiamiento estatal depende de tarifas planas de IVA, 4x1000 y gasolina, pagando todos por igual, mientras el 60% de la riqueza se queda en el 10% privilegiado con poder político o económico. Entre tanto los tributos realmente progresivos están sin aplicar, donde el recaudo por impuesto al patrimonio es mínimo, no se aplica tasa “Tobin” por especulación, regalías del 5% en promedio y dividendos 0% al estar exentos. Todavía hay mucho miedo con los megaricos y con el 0,1% con poder económico y político, y el recaudo impuestos no evoluciona desde el 17% PIB, mientras en Inglaterra es 50% del PIB, en Brasil: 35% y Argentina 33%.
En los recursos de capital preocupa la tendencia a la baja de los dividendos a reinvertir, los cuales se proyectan a 2014 en $13,5 billones, mientras la necesidad de crédito crece y va en $39,9 billones; es decir, las ventas parciales y totales de empresas públicas exitosas están quitando recursos valiosos al funcionamiento del Estado que acumulará en 2014 un déficit fiscal de $17,7 billones.
Ahora miremos las externalidades negativas por nuestras débiles instituciones tropicales, que el catedrático de Harvard y autor del libro “por qué fracasan las naciones” James Robinson nos recuerda constantemente y las cuales según las diferentes agencias del mismo Ministerio de Hacienda suman aproximadamente $140,1 billones; es decir, 69% del presupuesto en discusión, donde se destacan los $38 billones de lavado de activos y $35 billones por evasión de impuestos en paraísos fiscales o fraude fiscal y $14,6 billones en evasión de parafiscales. No menos importante es el narcotráfico, el cual penetra la economía anualmente con $18 billones, mientras la corrupción $14 billones, el contrabando $12 billones y las gabelas o exenciones tributarias en especial para las mineras suman $8,5 billones al año.
Es necesario priorizar el presupuesto y gasto en los bienes públicos naturales de salud y educación, que nos permitan escalar en el nivel de desarrollo económico, social, humano integral, nivelando nuestro capital humano en la arena internacional y que la torta gruesa no se quede en el sector primario sin transformación de recursos naturales no renovables, especulación rentista en sector financiero y más bien fortalecer nuestro potencial industrial, manufacturero y comercial con valor agregado y ahí si plantear los TLC, teniendo una estructura y densidad empresarial competitiva. Cabe mencionar que en seguridad alimentaria y agricultura el tío Sam inyecta U$100 mil millones en subsidios al año; es decir $180 billones y nosotros su competidor directo con TLC, $2 billones.
Ojalá en el presupuesto 2015, con nuevo o renovado presidente, los objetivos sociales sean más claros y se planteen soluciones estructurales al grave problema institucional, donde los rubros más generosos sean inversión pública en educación, salud, ciencia y tecnología y no se mantenga este privilegio fiscal a los corruptos, burócratas, evasores, lavadores, banca multilateral y a nuestras amadas fuerzas militares que deben pasar de ser fuerza pública armada reactiva a fuerza humana social.
MSc. Ernesto Bettín Jaraba
Economista Consultor
@ErnestoBettinJ