Con cuchillos y pistolas los jóvenes de La Perseverancia se enfrentaron más de una vez por el control del barrio. Robaban a la gente y varias veces la policía los cogió para llevárselos a la UPJ. Sin embargo, ahora esos mismos muchachos son los guardianes de cuatro senderos que se esconden en los cerros orientales. Su esfuerzo se ha enfocado, además, por darle vuelta a la situación que los tiene marginados social y económicamente, según ellos, por intereses tanto de privados como del estado, pues la empresa Bavaria los ha llevado a tal situación. Ellos ven en el turismo una salida y una solución a dichas problemáticas.
Desde hace 2 años 25 jóvenes se unieron con el colectivo Agrario Abya Yala, dedicado a cuidar los caminos de los cerros orientales y promoverlos como los nuevos sitios turísticos de la ciudad. Varios de ellos tienen antecedentes de robo y consumo de drogas, pero ahora son guías y protectores del lugar. Sin embargo, la policía todavía los vigila y cada tanto les pone problemas para poder trabajar en el barrio.
En total son cuatro caminos en los actualmente trabajan: Sendero Luz y agua, Sendero tierra-fuego, Sendero hacia la piscina del arcoíris, y Sendero alternativo a Monserrate. En Bogotá existen 196 caminos en los cerros orientales, pero habilitados no hay más de 10 y la mayoría de las personas solo van a dos, ubicados en Chapinero. Al mes, los jóvenes organizan dos caminatas por alguno de los senderos, mientras se la rebuscan trabajando en plazas de mercado y en empresas de montaje y desmontaje de tarimas, pero el salario no les alcanza porque hacen turnos de hasta 12 horas y solo reciben $ 30.000 por ser un trabajo principalmente de fuerza física.
Por otro lado, los permisos para recorrer los senderos y acreditar a los jóvenes como guías en los cerros no han sido otorgados. Según Hellen Murillo, integrante del colectivo Abya Yala, el IDT no ha querido darles la autorización, solo ponen trabas y la policía incluso los ha sacado del barrio amenazándolos con sus armas. Pero los muchachos se resisten a dejar su trabajo y buscan que no los señalen más por usar gorra y pantalones anchos.
Algunas de las bandas que han controlado el barrio históricamente se conocen la zona como la palma de su mano. Sin embargo, ahora dictan talleres de cartografía social, historia de la Perseverancia, fortalecimiento de proyectos de vida, apropiación territorial y acompañamientos en la guía por los senderos. Los caminos esconden maravillas como la cascada Cueva de oso en el sendero tierra-fuego. Son 20 metros de altura al final de una jornada que puede durar hasta 5 horas.
El trabajo con los jóvenes no ha sido fácil porque cada tanto se ven presionados para volver a delinquir. Sin embargo, a falta de un empleo digno y oportunidades reales de estudio, ocho de ellos decidieron volver a estudiar para terminar el bachillerato y otros dos lograron conseguir trabajo como cuidadores de jardines en la administración local. Aunque la policía los tiene vigilados, los muchachos saben que con el tiempo podrán arreglar todos sus problemas y darle una nueva imagen a la Perseverancia.