Un clima de zozobra y miedo se respira en la galería de Tuluá, donde las bandas criminales manejan a su antojo el comercio de varios productos de la canasta familiar, los cuales no se pueden comercializar sin el respectivo pago del impuesto que se cobra por cada descargue de vehículo.
La situación es tan extrema que en las tiendas de barrio de la Villa de Céspedes hace varios meses no se consigue una rama de cilantro, ya que los tenderos prefirieron dejar de vender este producto ante la amenaza constante de los acaparadores ilegales que se pasean por la ciudad indagando por la procedencia de la planta.
El manojo de cilantro no baja de los 8.000 pesos y ha llegado a estar sobre los 10.000 pesos, cuando se conseguía entre los 2.000 y 2.500 pesos, lo que representaría ingresos por encima de los 20 millones de pesos mensuales para el llamado Cartel del Cilantro, que controla el movimiento de cada rama.
Y como mal que no se controla se multiplica, ahora también se ejerce un férreo control sobre el comercio de papa, el Cartel de la Papa, elevó el precio de este tubérculo de los 30.000 pesos en promedio a más de 80.000 pesos, lo que hace impagable este producto de la canasta básica. “Cada vehículo que llega a descargar el producto debe pagar una cuota mínima de 150.000 pesos”, indicaron fuentes que pidieron omitir sus nombres.
Esta semana el precio del bulto llegó a los 100.000 pesos, y hubo tenderos que pagaron la libra a 1.200 pesos. “Residentes del corazón del valle preocupados, no se consigue una papa para el consumo en los hogares tulueños, ¿qué es lo que pasa?”, se preguntó un ciudadano que se quejó ante la alcaldía municipal.
Nadie denuncia por miedo
Si bien la situación de temor que se vive en la galería de Tuluá es un secreto a voces, nadie se atreve a denunciar por miedo a represalias, sentimiento que creció con el homicidio del ciudadano Milton Eduardo Carvajal Molina, de 31 años, un conductor de camión que llegó a la ciudad con una carga de papa procedente del departamento de Nariño.
De acuerdo con la versión de las autoridades, el joven fue interceptado por sujetos armados que le dispararon de forma indiscriminada cuando se movilizaba por la entrada sur de Tuluá, a la altura de la sede de Medicina Legal, hecho que indicaron estaría relacionado con varios atentados que tuvieron lugar en la galería de Tuluá.
Los agobiados comerciantes temen que este tipo de carteles se extiendan a otros productos ante la falta de reacción de las autoridades, pues, aunque es evidente la presencia de personal civil de la Policía, manifestaron que los cobros se realizan ante los ojos de todo el mundo.
Fuentes oficiales indicaron que se adelantan trabajos de investigación en el sector, pero lo cierto es que hasta ahora no se vislumbran resultados que le devuelvan la tranquilidad a los comerciantes, quienes obligados por la necesidad deben convivir con el miedo y la intimidación.