Muy a menudo, los gobernantes colombianos, citando a sus propios analistas económicos, recitan que un país para poder desarrollarse necesita de un sistema financiero fuerte y poderoso, dogma del pensamiento capitalista hoy exacerbado a la ene potencia por los neoliberales, con lo que han conseguido concentrar la riqueza en pocas manos. En suma, ese es el objetivo principal de la actual globalización, en la que la humanidad ha perdido más de tres décadas y en las que las clases media y trabajadora han sido pauperizadas, y las producciones nacionales, arrasadas.
Esta globalización es la del dominio del capital financiero, que apabulla al capital mercantil en la medida en que se abandona la función productiva y se le dedica a la especulación, hasta el punto que una empresa es más rentable en la medida que se especula con sus acciones en la bolsa de valores. La superabundancia de capital en los países poderosos ha hecho que estos migren a “conquistar mercados” para recomponer sus tasas de ganancias y en esos circuitos financieros internacionales a Colombia la han convertido en una máquina de exportación de capitales, llevándose con ello la producción nacional y convirtiendo la mano de obra en barata. He ahí uno de los temas estructurales que no permiten el desarrollo de este país.
Entre los años 2016 y 2020, el sistema financiero colombiano obtuvo utilidades de 122 billones 300.000 millones de pesos; si el Presupuesto de la Nación este año es de 313 billones de pesos, equivalen a más del 51 % del mismo. En 2016 ese sistema tuvo utilidades por 16,4 billones (con incremento de 24,8 %), de ellas los establecimientos de crédito –bancos, corporaciones financieras, compañías de financiamiento y cooperativas financieras– obtuvieron 12,53 billones de pesos. En 2017, las ganancias del sistema llegaron a 13,1 billones de pesos, de las cuales los establecimientos de crédito obtuvieron 8,3 billones de pesos. En 2018 el sistema gana 24,2 billones de pesos y los establecimientos de crédito, 17,1 billones de pesos.
En 2019, el sistema gana 13,1 billones de pesos y los establecimientos de crédito 11 billones de pesos; y en 2020, según Jorge Castaño, superintendente, las utilidades del sistema financiero alcanzaron 55,5 billones de pesos y las de los establecimientos de crédito, 6,1 billones de pesos. En esos cinco años, los bancos “se embolsillaron” 55,03 billones de pesos.
Lo más grave es que mientras el país vive la más profunda crisis de miseria, empobrecimiento, hambre, desempleo informal y el arrasamiento de la producción nacional –sustituida por las importaciones–, en los primeros ocho meses de 2021 las utilidades acumuladas del sistema financiero van en 39 billones de pesos de 470.000 millones de pesos, que son 20,47 billones de pesos más que el acumulado a agosto de 2020, un 49,23 % más de utilidad, de las cuales 9,77 billones de pesos son reportadas por los establecimientos de crédito como utilidades. Solo un capital especulativo, como es el financiero, puede dar tan altos márgenes de utilidad, los cuales son garantizados por el Estado colombiano, vía leyes y decretos, para lo cual cuenta con las mayorías oficialistas del gobierno del presidente Iván Duque.
Colombia no puede seguir siendo el paraíso para este tipo de negocios. Bienvenido sea el capital que, con márgenes apropiados de ganancia, propenda por el desarrollo nacional con ¡crédito oportuno, barato y suficiente para los productores y la población!