Yuliana Samboní, de apenas 7 años de edad, fue secuestrada, torturada y violada mediante un macabro ritual. Rafael Uribe Noguera vertió aceite en el cuerpo de la pequeña para luego estrangularla. El arquitecto era el Doctor Jekyll y Señor Hyde, un monstruo disfrazado de hombre exitoso, social y familiar, tanto así que pocos días antes del asesinato de Yuliana había estado celebrando el cumpleaños de su sobrina de la misma edad de su víctima.
Para la familia Uribe Noguera no era un secreto los comportamiento anormales de Rafael pero prefirieron hacerse un lado y pasarlo desapercibido. Cuando Rafael vivía con sus hermanos, Catalina y Francisco, solían encontrar la casa llena de aceite mientras Rafael se encerraba en el baño que también quedaba lleno del mismo liquido. Años después, Catalina describiría en el juicio que el fetiche de su hermano por el aceite como una 'tragedia' y una situación 'hiperincomóda'.
Otro fetiche de Rafael saldría a la luz dos años antes del asesinato de Yuliana, un escándalo que rebosaría la copa pero del que su familia se hizo la vista gorda. En una madrugada de un domingo de agosto del 2014 los gritos y la música salían del apartamento de Rafael. El ruido no era inusual, sus rumbas de viernes a domingo estaban fuera de control y empezaban a molestar a los vecinos.
En el mismo piso se acababa de mudar una pareja de esposos jubilados que hartos del excesivo ruido de cada ocho días decidieron llamar a la portería pero nadie les respondió. El esposo fue hasta la puerta de Uribe Noguera, tocó el timbre y él mismo, borracho y vestido de mujer, le abrió. No se sabe que ocurrió después pero, al parecer, hubo insultos y un intento de agresión hacia el anciano.
Al día siguiente la familia del arquitecto lo convenció de que se mudara a otro edificio en Rosales. Sobre el fetiche de Rafael por vestirse de mujer nunca se habló pero evidenciaban rasgos de un hombre perturbado que terminaría desencadenando una tragedia. Era una bomba de tiempo.
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