Después de las expectativas creadas con la convocatoria a la protesta del 26 de agosto, a dos meses largos del extraordinario paro nacional del 28 de abril, presentamos algunos comentarios sobre los resultados en la ciudad de Medellín y otras capitales del país, y la propuesta de unidad y convergencia para poder superar la crisis nacional.
¿Cuántas personas participaron en la concentración con grupos artísticos en el parque de Las Luces contiguo a La Alpujarra, al lado de la administración, de ¿cuatro a seis de la tarde en la ciudad de Medellín?
Y ¿cómo fue la marcha en Bogotá, Cali, B/quilla y B/caramanga? La débil respuesta de la gente, como nunca antes se había visto, deja muy mal parada la capacidad de la actual dirección de las centrales obreras y del CNP para continuar dirigiendo las luchas gremiales de los trabajadores en el inmediato futuro del país.
¿A qué se debe el desconocimiento de los trabajadores, de la dirección sindical? Cansancio; división; falta de una lectura correcta del momento político; comienzo de la campaña electoral; incidencia de sectores de izquierda en fracciones de la primera línea; compromiso de jóvenes con los alcaldes en Medellín, Bogotá, Cali, B/quilla, B/caramanga; represión, judicialización y asesinato de cerca de 70 jóvenes durante el desarrollo de las manifestaciones del paro del 28 de abril; prolongación del paro nacional; todos estos factores pudieron haber influido en la poca asistencia a las protestas del 26 de agosto.
¿Será que un sector considerable de los sectores juveniles ha decidido participar en la campaña electoral y se ha abstenido de acudir a las marchas del 26 de agosto? ¿Será que la forma de finalizar el paro del 28 de abril con el levantamiento de la mesa de conversaciones, de los bloqueos y de las manifestaciones, incidió en la participación del 26 de agosto? ¿Será que se ha profundizado la división en el seno del CNP y entre los integrantes de la primera línea? ¿Hasta qué punto la “normalización” de la economía, especialmente en los servicios de entretenimiento, ha influido en la falta de participación? ¿La ausencia de movilizaciones significativas corrobora la espontaneidad del 28 de abril? ¿Cansancio y falta de perspectiva política de la mayoría de los jóvenes y de los sectores democráticos ante la arremetida violenta del Esmad con el saldo de 70 muertos como balance de las marchas de protesta durante el paro nacional?
Todavía se están asimilando las lecciones y las consecuencias del extraordinario paro nacional del 28 de abril. La perspectiva del avance de los sectores democráticos en las elecciones para el Congreso y en la primera vuelta presidencial podría estar abriendo el espacio a la participación electoral del movimiento juvenil frente a la arremetida violenta del régimen contra las marchas democráticas de las juventudes populares.
En este sentido, hace falta hacer un análisis más profundo del 28 de abril por parte del CNP que hasta ayer había sido el núcleo de convergencia para la movilización de masas y que hoy pasa a un segundo plano con la nueva candidatura presidencial de Alejandro Gaviria, una de las figuras más brillantes del pensamiento liberal, pero aherrojado por el marco de hierro del capital financiero, de los terratenientes y latifundistas que lo harán pasar por el “centro político” para lavarle la cara al establecimiento en medio de la polarización de la lucha de clases.
Por lo pronto, la corriente de izquierda (bloque histórico popular) debe lanzar una estrategia de unidad de acción que le permita conquistar la simpatía y la participación activa y consciente de la inmensa mayoría de la clase obrera y de los trabajadores formales e informales del campo y la ciudad, lo mismo que el corazón de las mayorías de jóvenes, hombres y mujeres, golpeados por el desempleo, la falta de estudio en las universidades y de oportunidades para el desarrollo de sus proyectos de vida en el futuro inmediato.
Un bloque histórico y popular que se pueda convertir en la columna vertebral del Pacto Histórico, alma y vida del Frente Amplio, como punto de referencia de los sectores democráticos y progresistas para la realización de las profundas reformas estructurales que necesita el pueblo colombiano, y que le abran el camino a la construcción de una democracia socialista moderna en Colombia.
Se podría decir que con los resultados del 26 de agosto se cancela temporalmente el espacio para la continuación de las movilizaciones de masas del paro nacional y se abren las puertas de la lucha política para las elecciones del Congreso y la presidencia de la república.
Así como el precandidato Alejandro Gaviria dice que “la clave es que el centro llegue unido a la primera vuelta”, pues desde el movimiento popular decimos que la verdadera clave para las transformaciones de fondo en la vida nacional es que la izquierda democrática llegue unida a la primera vuelta, como en efecto puede suceder con la definición del profesor Alejandro Gaviria.
Así las cosas, tenemos la siguiente apuesta para la primera vuelta presidencial: el uribismo se va con Zuluaga o con Gutiérrez; el “centro” se va con Gaviria; y el movimiento popular y democrático se va con Gustavo Petro; a la segunda vuelta pasa el Pacto Histórico y la Coalición de la Esperanza, para definir con el voto uribista y con el famoso “voto en blanco” de Fajardo y de Robledo. De ahí la importancia de comprender lo que está en juego para 2022: continuar con el uribismo sin Uribe.
Ahora se trata de transcribir, en términos organizativos, el acumulado político del extraordinario paro nacional del 28 de abril en un gran Frente Amplio que le abra la puerta a la lucha popular con un nuevo gobierno democrático y progresista.