Fotos LatinNewsXXI · Agencias
Día de la madre, festividad trasladada en muchos países cristianos de diciembre a mayo para aprovechar los campos en flor de la primavera boreal. No es el caso del lugar que nos ocupa. La República Dominicana, si bien celebra también este día en mayo, no es tierra de estaciones. Pegada al trópico, su derroche floral es continuo, enmarcado en un auténtico paraíso de estampas evocadoras. El verde del suelo, el azul turquesa del mar, el blanco de la arena y los anaranjados cielos del alba o el ocaso son un digno regalo para consentir a cualquier madre en cualquier mes del año.
Cuenta la leyenda que no muy lejos de aquí se halla el islote que divisó el marinero Rodrigo de Triana el 12 de octubre de 1492, cuando su grito de ‘¡tierra!’ abrió la página histórica del Descubrimiento. Fue exactamente esta isla el lugar que Colón bautizó con el nombre de La Española y fue aquí donde fundó en 1494 la primera ciudad americana, La Isabela, cuyas escasísimas ruinas puede visitar. Cinco siglos después, la isla presenta dos realidades políticas, Haití y la República Dominicana, y esta última a su vez ha sido objeto de un nuevo descubrimiento por parte del sector turístico, con ofertas de calidad-precio muy interesantes para las clases medias en paradisíacos hoteles; y también por parte de una selecta clase VIP que ha poblado conjuntos residenciales de lujo propios del más sofisticado Edén, donde el idílico entorno se funde con maravillas arquitectónicas de excelente gusto. Notables ejemplos son las mansiones de Óscar de la Renta o Julio Iglesias, cuya fascinación por el lugar le llevó a cambiar su lujosa residencia en Indian Creek (Miami) por Punta Cana.
No han sido los únicos en caer rendidos a los pies de la sensualidad de este cabo al este del país, en la provincia de La Altagracia, con hermosas playas por doquier, desde Arena Gorda al norte, a la que sigue Bávaro, Ubero Alto, Macao y El Cortecito. Después, a la vuelta de la punta, está la playa de Cabeza de Toro, Cabo Engaño, Punta Cana y Juanillo. Para ayudarle a elegir entre la variada oferta de hoteles, la inmensa mayoría divinos, tenga en cuenta que en el sudeste las playas son de fina arena blanca con tranquilas aguas color azul turquesa, pero los puntos de interés están a una hora de camino. Por el contrario en la costa norte las playas son de una arena beige y aguas color azul verdoso a menudo un poco agitadas. Aquí sin embargo todo queda más cercano. Muy a tener en cuenta por si se busca más acción o más paz.
Nada más poner pie en el aeropuerto de Punta Cana, ya se nota que algo es distinto. Lo recibirá un coro mixto de bailarines y empezará a sentir y vivir el folklore integral, una música de la que difícilmente podrá librarse durante toda su estancia en el país. Un eco que no olvidará. Los ritmos caribeños más autóctonos son aquí el contagioso merengue, la salsa, el moderno reggaeton o la romántica bachata. Todos parecieran emerger de todo lado, como si todo el suelo tuviera un gigantesco altavoz que le hace seguir el ritmo se encuentre donde se encuentre, en la playa, en un centro comercial, en una bomba de gasolina, en la carretera, en los edificios de servicios, en el centro histórico de la capital y ni que decir tiene en los bares, colmados o discotecas.
La mamajuana es un licor
Oswaldo forma parte de un grupo de animadores de uno de los hoteles de Punta Cana que ofrece espectáculos continuos a los turistas para amenizar sus veladas. Ha ganado varios concursos de baile y lleva años haciendo más exótica y placentera la experiencia de los visitantes de la isla. No se cansa de hablar sobre la bendición de su tierra, “Dios nos dio el rincón más bello del planeta”, dice. Un rincón donde lugares como Bávaro han enriquecido la atracción de su belleza natural con resorts de grandes cadenas al alcance de muchos bolsillos merced a sus planes ‘todo incluido’, con los que uno no puede hacer otra cosa que descansar, disfrutar y dejarse llevar por la magia de la atmósfera, tanto de día como de noche. “Aquí la gente desconecta y se olvida de todo, muchos repiten, hay turistas que veo volver de un año para otro, dicen que no cambian Punta Cana por nada del mundo. La comida es muy sabrosa, muchos buscan la langosta con la cerveza que se la llevamos a su hamaca en la playa, o sus traguitos de ron, de mamajuana o refrescos, depende. También nos cuentan que les gusta mucho República porque es un país muy alegre y que nosotros mismos los hacemos formar parte de nuestra alegría. Viene gente en pareja pero también solteros”.
La mamajuana es un licor que de por sí es una de las atracciones genuinas para todos los turistas que llegan a la República Dominicana, país cuyo entorno en general muchos consideran un auténtico afrodisíaco. Suele prepararse en botellas de cristal. Dentro se introduce una combinación con canela, miel de abeja, un palo llamado brasil, miembro de carey, pasas, y preferentemente el exquisito ron local. A veces puede incluir hasta mariscos. Su leyenda de eficacia contra la disfunción eréctil la han convertido en todo un fenómeno que va más allá de su centenario consumo popular en el campo y las ciudades dominicanas.
Algo de todo eso vivió una turista colombiana que viajó en abril: “En la playa hay muchas actividades pero también se puede uno relajar plácidamente entre las palmeras. Las piscinas son espectaculares, con barras de bar dentro del agua y todas las piñas coladas o el agua de coco que uno se quiera tomar; los restaurantes son de muy alta calidad. Los días de estancia en Punta Cana es mejor olvidarse de dietas, ya habrá luego tiempo de recuperarse, porque los buffets son deliciosos y el calor y el mar dan más hambre. Los complejos hoteleros son tan espectaculares y tienen tanta oferta que si uno va por pocos días le gusta disfrutarlos sin salir de allí y combinarlos con alguna excursión”, nos cuenta Verónica, mamá de un bebé de ocho meses, que fue sorprendida esta pasada Semana Santa por su esposo con el regalo de un paquete todo incluido en un espectacular hotel de playa Bávaro, el mismo en el que trabaja Oswaldo.
Isla Saona
Isla Saona, excursión imprescindible
En Punta Cana uno puede hacer prácticamente cualquier actividad que se le venga a la mente y que tenga que ver con el recreo y el ocio. Tiene paz, tiene rumba, tiene deportes, tiene descanso y sobre todo tiene la posibilidad de algunas excursiones en las que la cámara será instrumento fundamental para hacerle creer a sus conocidos de que lo que realmente cuenta es cierto. Como por ejemplo la belleza paradisíaca de la Isla Saona, una excursión imprescindible para Caminantes y Caminos, un lugar protegido oficialmente sin una sola edificación, pletórico de naturaleza virgen y una coqueta localidad de pescadores, Mano Juan. Debe dejar un hueco en su agenda para conocerla. Está situada al sureste de la República Dominicana y se extiende en 110 kilómetros cuadrados sobre la provincia de La Romana. Forma parte del Parque Nacional del Este merced a los infinitos kilómetros de playas vírgenes de una fina y blanca arena con miles de cocoteros como escolta y una fauna propia de lo que su imaginación pueda asociar a un lugar así: bancos de peces de colores, estrellas de mar, cotorras verdes, tortugas carey, manatíes o jautías.
Las empresas encargadas de las excursiones le harán muy placentero el viaje, suelen ofrecer aperitivos y bebidas en los catamaranes así como buffets exquisitos en restaurantes cubiertos con hojas de palmera. Sin olvidarnos de la atracción natural que se roba el show del paseo, una piscina marina, la más grande del mundo, apenas un metro de profundidad en mitad del mar a 400 metros de la costa, donde un brindis con ron dominicano se convierte en una de las escenas inolvidables de su viaje.
Este es un destino en el que las imágenes no pueden sustituir a las sensaciones. Si buscan una escapada para consentir a mamá en este mes de mayo, con Punta Cana van a la fija.
