Una de las promesas de campaña del recién inhabilitado alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, fue el de adoptar un perro de la calle. Así lo hizo. Se trató de Bacatá, una perra gozque que llegó al Palacio Liévano meses después de iniciar su gobierno. Al llegar le realizaron todos los tratamientos posibles para mejorar su estado, recibió clases de seguridad con la policía e incluso tuvo la visita de César Millán, el famoso encantador de perros.
Aunque Petro ya no está en la Alcaldía; sino Rafael Pardo, este aún ha permitido la estadía de Bacatá quien le fue regalada a Petro en octubre de 2011 en el Chorro de Quevedo donde se la entregaron la Asociación de Animalistas de Bogotá. Por el contrario Rayo, el perro de la familia de Petro, si se fue junto a su amo. Tal parece que de la Bogotá Humana solo quedó Bacatá.