No puedo dejar de escribir unas lineas adicionales sobre la orquesta Orpheus, que terminó sus presentaciones el martes pasado. Todo un acierto de los organizadores su contratación. Aunque la mayoría de las conversaciones de quienes están en Cartagena participando como oyentes se refiere al tema de la dirección " inexistente" en ese grupo, la calidad de las interpretaciones debe destacarse con mayor énfasis.
En el escrito sobre el concierto de apertura me referí al sonido homogéneo del grupo de cuerdas, pues tuve algunas inquietudes con los vientos, disipadas en las siguientes actuaciones. Tan buena fue la presentación inicial que algunos repetimos el domingo a mediodía el mismo programa de la inauguración.
Es pertinente mencionar nuevamente la interpretación de la serenata para cuerdas de Tchaicovski tocada el martes en la noche. Repito que se había escuchado varias veces en este mismo certamen tocada por otras orquestas extranjeras que han estado en pasados certámenes. Además es obra interpretada con frecuencia en todo el mundo por su belleza romántica, su excelente instrumentación y bellas melodías. Jamás había escuchado una versión tan refinada de esta obra. Afinación perfecta, pizzicatos en las cuerdas como el de las orquestas de postín y detalles interpretativos que indican la calidad de sus músicos. Por algo después de los calurosos aplausos del público, la orquesta repitió un movimiento de los cuatro que conforman la obra.
Especial mención merece una de las violinistas que ocupó el puesto del primer atril esta noche y que evidentemente estaba dirigiendo desde su asiento todo el desarrollo musical.
Ha sido invitado al festival el pianista armenio Sergei Babayan. Las notas del programa general mencionan que Sergei "ha sido aclamado por la intensidad emocional y la energía audaz" y que su personalidad artística " es una rara combinación de emoción y sensibilidad, virtuosismo asombroso e inmediatez" . Su primera presentación la realizó el martes en la noche. Tocó tres movimientos de Petrushka de Stravinski. Pensé que era mejor esperar hasta el día siguiente para formarse una mejor opinión del solista.
En la sesión matinal en la capilla Santa Clara el programa estuvo conformado por Cuadros de una exposición de Modesto Mussorsky (1839-81) y Seis epígrafes antiguos de Debussy y otros tres movimientos de Petrushka. Mi resumen, salí aturdido de tanta intensidad.
Es cierto lo que dice el programa en cuanto a la energía audaz del pianista. Desafortunadamente el virtuosismo asombroso, entendido como la habilidad y suficiencia para interpretar pasajes difíciles, no se puede apreciar cuando la fuerza de las manos y brazos sobre el teclado distorsiona en la práctica el sonido que el compositor deseó transmitir al oyente en el momento en que gestó la obra. El "fortíssimo" casi permanente, con excepción de la música de Debussy, casi podría clasificarse como ruido. Nadie duda de las cualidades de Babayan pues ha ganado varios certámenes pianísticos, pero en Cartagena no gustó.
Cartagena, enero de 2014