Recientemente ha empezado a circular por la red un video de la comediante Alejandra Azcárate criticando el proceso de paz con las FARC y al ex alcalde Gustavo Petro. Teniendo en cuenta que su comedia se ha caracterizado por tintes sarcásticos, al principio pensé que se trataba de otro showsito, pero pronto me di cuenta de que esa muestra de aparente patriotismo y alabanza al señor Uribe no es más que una oda al uribismo, al gobierno de la violencia y de políticas anti democráticas en pro del sector privado y grandes empresarios.
Sin embargo, afirmar esto de buenas a primeras causará en diversos colombianos un malestar y un rechazo, puesto que son muchos los que se niegan a aceptar los siguientes elementos:
1. Los procesos de paz se han hecho siempre con los enemigos.
2. la Paz no se va alcanzar con la firma de un acuerdo entre el Gobierno y un grupo armado en específico.
3. Uribe no es ningún salvador y mucho menos representa el ideal del ser Colombiano.
El tema del proceso de Paz es un asunto bastante problemático y tanto los que están a favor como los que están en contra salen al encuentro de la luz pública como si fueran expertos en política, geopolítica, resolución de conflictos, etc. El colombiano promedio tiene una característica peculiar: Memoria selectiva. Esto quiere decir que el sujeto colombiano promedio tiende a seleccionar las cosas que desea recordar y el modo en que las recuerda. Por ejemplo, hoy día no quieren recordar que Pablo Escobar, uno de los más grandes criminales del país, fue congresista, sino que fue el capo más grande y hasta se sienten orgullosos de que haya sido colombiano; que Mancuso, líder paramilitar, fue congresista también (y critican a Gustavo Petro por haber sido miembro del M-19, quien después de desmovilizarse comenzó a incursionar en la vida política de acuerdo a la ley). Se olvidan incluso del mismo proceso de paz entre el Gobierno de Uribe y los paramilitares (problema que aún nos sigue afectando). Pero vayámonos más atrás, a la Nueva Granada, cuando los comuneros se levantaron en armas contra el Estado y pensaban entrar a Bogotá. ¿Qué hizo el gobierno de ese entonces? Sencillo, envió un delegado para abrir mesas de diálogo entre los comuneros y el gobierno para llegar a un acuerdo. No olvidemos las diversas guerrillas que se han desmovilizado, así como el M-19 y el Quintín Lame.
La esquizofrenia uribista no permite ver más allá de Uribe. Últimamente se ha creído que si no es Uribe entonces no es nadie, y con esto no quiero decir que Santos sea un gran presidente, pues sus últimos años de gobierno dejan mucho que decir. El problema político central en Colombia se ha enfocado en un asunto de publicidad y manipulación de los medios, porque fuera Uribe, Santos o cualquier otro figurín que quieran colocar, el país seguirá en una terrible crisis humanitaria porque no se trata de los políticos sino de la voluntad del pueblo, la cual está perdida por falta de una identidad nacional clara. La identidad nacional no puede, por ningún motivo, tener como estandarte a una persona, y mucho menos a un político, porque entonces pasaría de ser “identidad nacional” a “nacionalismo extremo”; por desgracia las fuerzas armadas, en vez de estar al servicio del pueblo y protegerlo de la avaricia y corrupción de los políticos, han terminado siendo una agrupación de mercenarios del Estado, para cumplir las órdenes de políticos de turno. El ser Colombiano y velar por el bienestar de nuestras comunidades es un asunto que nos compete a los ciudadanos de a pie, y esa identidad debe estar por encima de los intereses políticos y económicos de cualquiera.
La comediante Azcárate debería limitarse a hacer sus chistesitos sexistas y no atreverse a explorar la crítica política sin fundamento alguno. El país ha venido atravesando una crisis tremenda desde sus inicios porque incluso desde el Congreso de Angostura y el de Cúcuta se han visto las luchas de poderes entre sectores burocráticos (cosa que no ha cambiado).
La falta de entendimiento generalizada y la persecución a pensadores, periodistas y demás ciudadanos que se atreven a hablar de los problemas del colombiano común, del campesino, del pueblo que es mayoría en relación a la clase alta, encuentra como conclusión la insensibilidad y la indiferencia de personas que defienden a capa y espada a un tal Uribe que tiene un pasado más oscuro que Darth Vader.
La conclusión de este pequeño artículo es que si un ciudadano desea manifestar su oposición al Gobierno Nacional, que busque alianzas con otros ciudadanos y formen un grupo sólido con una ideología clara para que, a través de medios constitucionales, representen la voluntad de esa comunidad y se presenten ante el Gobierno con propuestas concisas y fundamentadas, pero si van a grabar videítos caseros expresando una opinión en pro de un personaje político, mejor guarde sus opiniones para el almuerzo con sus amigos godos.
En relación a la crítica que hace sobre Petro, ahí tiene a su querido Peñalosa haciendo de Bogotá la mejor ciudad de Colombia.