Es difícil para un ciudadano la decisión en las próximas elecciones y es bien comprensible el pesimismo y falta de interés en el proceso electoral que muestran la mayoría de las personas.
Es claro que vivimos gobernados por una clase corrupta de ideas podríamos decir de derecha, conservadores que pretenden y le exigen al pueblo que las cosas se mantengan tal cual se han manejado desde siempre: ellos con el poder político y económico y el pueblo satisfecho con las migajas que caen desde el delicioso banquete de los poderosos.
Migajas que cada vez son más escasas y mucho más después de pandemia, porque los glotones que manejan el país raspan la olla y no están dejando ni el pegado.
Del otro lado se presenta la alternativa en el espectro de centro y centro izquierda, que nunca ha tenido la oportunidad de gobernar a Colombia. Cualquiera pensaría que es una opción esperanzadora, pero la realidad es bien distinta por razones que enumero en cuatro puntos a continuación:
- Los sectores alternativos desde campaña muestran sus personalidades ególatras, como es posible que ante una situación tan desastrosa como ha sido el gobierno impuesto por Uribe, que tiene al país a un paso de convertirse en Venezuela, no hayan sido capaces de pensar colectivamente en beneficio del país deponiendo sus intereses personales para unirse en un frente amplio por unos objetivos comunes: Paz, lucha anticorrupción y progreso.
Su egoísmo es evidente, y desde ya se puede proyectar en un futuro gobierno donde prevalecerán los intereses particulares del gobernante a los generales de la ciudadanía.
- Aunque en Colombia la izquierda nunca ha gobernado, en Latinoamérica sí hay espejos en los que nos podemos ver. ¿Qué nos garantiza que el camino alternativo nos lleve a buen puerto como sucedió en Brasil y Uruguay y no a desastres obvios como los de Venezuela o Nicaragua? No hay ninguna certeza porque no hay un proyecto común que evite los gobiernos populistas ya sean de izquierda o derecha.
- Y de ahí viene el otro temor: el populismo. Gustavo Petro, quien puntea en todas las encuestas tiene un programa interesante y promete enfocarse en promover una economía productiva. Es decir, una economía donde se crea valor, como un panadero que toma la harina y le aumenta su valor haciendo pan. O un industrial que toma el silicio y lo vuelve un microchip un millón de veces más caro. Excelente propuesta, pero el candidato a renglón seguido propone ampliar los subsidios que han masificado los gobiernos anteriores de derecha para mantener fieles a sus electores y perpetuar la politiquería. No candidato Petro, la productividad nunca va de la mano de regalar plata al pueblo por no hacer nada. Los subsidios benefician al politiquero porque mantienen fieles a sus electores, pero atrae el vicio y la vagancia. Si hay subsidios no hay producción. ¿Seguramente una persona va a preferir buscar un trabajo para ir a cumplir un horario teniendo a la mano un subsidio o unos subsidios que le garantizan la misma cantidad de plata pero sin tener que hacer nada? No, se queda en su casa chupando cerveza y levantándose tarde.
Sencillamente si hay subsidios no hay mano de obra, sin mano de obra no hay producción y de ahí en adelante usted sabe la respuesta, dependencia del petróleo, inflación y hambre.
Sería un suicidio político que alguien proponga desmontar los subsidios existentes, a quien no le gusta que le regalen plata, regalado hasta un puño dicen por ahí, pero de ahí a proponer más subsidios de los que actualmente hay, es algo realmente decepcionante porque muestra una de dos cosas: Petro miente porque solo propone subsidios para atraer votos y luego olvida su promesa de campaña o es un populista que va a llegar al poder a pagar en dinero la fidelidad del sector popular para perpetuarse.
- Ningún candidato propone algo frente al abuso de las empresas privadas que monopolizan ciertos mercados y hacen con el consumidor lo que se les da la gana, ejemplos: Salud (EPS), Empresas de servicios públicos (Luz, agua), procesadoras de alimentos, aerolíneas, carreteras (peajes). La alternativa de la izquierda en otros países ha sido la de nacionalizar estos mercados. O sea, pasar de Guatemala a guatipeor, el estado ha demostrado ser incapaz de manejar una empresa. Se requieren propuestas innovadoras, pero ningún candidato de izquierda las tiene.
Los colombianos estamos en un camino que se bifurca en dos vías, por la derecha la certeza de la continuidad del abuso de los politiqueros que manejan este país como su finca y por la izquierda un gran interrogante, una vía desconocida pero que desde el inicio se ve igual de desastrosa y peligrosa que la de la derecha.
El carril central permanece bloqueado por unos políticos excesivamente torpes, incapaces de deponer sus egos a los intereses superiores de la patria que se creen la reencarnación de Gandhi y la madre Teresa de Calcuta, puros de corazón y tal pureza les impide reconocer el liderazgo de otros seres terrenales con sus defectos y aciertos a los que se podrían unir para cambiar el rumbo de este país.
Su falta de visión es tan evidente que mientras la derecha e izquierda cierra filas en torno a un solo representante por cada vertiente, en el centro, aun después de las consultas quedan tres candidatos.
Son matemáticos, pero no caen en cuenta que mientras la izquierda y derecha divide sus votos entre uno, ellos van a dividir los poquitos seguidores que aún les quedan entre 3. No se cansan de hacer el ridículo.