Siempre quise conocer el otoño. Teniendo en cuenta que, además, estudio alemán, se me ocurrió que un viaje de diez días por la Baviera alemana y Austria era la oportunidad perfecta para matar dos pájaros de un solo tiro; cumplir el sueño de conocer el otoño y practicar el idioma que, por entonces, llevaba tres meses estudiando.
Era 19 de febrero el día que me decidí. El tiquete fue comprado con diez meses de anticipación. Escogí el vuelo directo Bogotá - Múnich que por entonces ofrecía Avianca. La compañía estrenaba una tarifa low cost que permitía viajar solo con una maleta, más que suficiente para mí. Di un tarjetazo a cinco cuotas por valor de $2'238.000 pesos.
En ese momento el Coronavirus era un virus lejano que tenía a los chinos en una ciudad llamada Wuhan, cuyo nombre jamás había escuchado antes. Tan solo dos semanas después se confirmó el primer caso en Colombia y de ahí en adelante el resto es historia. Cuando pagué la última cuota del tiquete este ya se había convertido en un bono por el valor mencionado para redimir hasta el 31 de diciembre de 2021.
Según las condiciones del bono podría usarlo en cualquier servicio de la aerolínea. Es decir, no significa que tengo que utilizarlo para ir a Europa, como inicialmente pensaba. Teniendo en cuenta que la aerolínea retomó actividades desde el pasado mes de septiembre se me ocurrió que puedo utilizar este bono para vuelos nacionales y darme escapadas de fin de semana en lo que resta de este año y todo el 2021.
Lo anterior, dado que la página de Avianca ofrece promociones bastante atractivas para recorrer Colombia. Es decir, la misma aerolínea ya nos invita a retomar los viajes.
Sin embargo, jamás imaginé el drama que supondría utilizar un solo peso del susodicho bono. Llamar al Call Center de Avianca es una experiencia que no se la deseo a nadie. He tenido tandas de hasta dos horas sin lograr que un ser humano me hable al otro lado de la línea. Cuando he escrito por correo, por chat y por redes sociales la respuesta siempre es la misma: "Nuestro sistema solo permite cambios por el Call Center. Por favor comuníquese allá".
En este momento llevo cerca de dos meses intentando redimir una parte del bono y ni siquiera he obtenido una respuesta sobre cómo es el proceso para hacerlo. La sensación que me queda es que Avianca, en lugar de facilitar un sistema por la página web como han hecho otras aerolíneas, pone todas las trabas posibles para que nunca logremos redimir los bonos. Esto teniendo en cuenta que es mucho más rentable venderle los asientos que usaríamos a nuevos pasajeros que inyectan flujo de caja a la compañía. En otras palabras, siento que Avianca se quiere perder con mi plata.
El ex alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa - de quien no soy para nada seguidor- atinó con un trino muy coherente que explicaría este comportamiento. Según el ex mandatario Avianca prefiere atraer viajeros nuevos para que le inyecten dinero y financiarse con estos recursos sin intereses, como le tocaría hacerlo si acudiera a préstamos. Cabe agregar que muchas veces estos vuelos se cancelan y no hay devolución de dinero. Solo la promesa de que el viajero volará próximamente, como me sucedió a mí.
En días pasados fue noticia que la Superintendencia de Industria y Comercio investigará a esta compañía debido a que hay un sinfín de denuncias similares a la mía. Aunque no me alegra el mal ajeno, la noticia me dio un fresquito. Tranquiliza ver que, por lo menos, no soy el único al que le pasa esto y que hay gente tomando acciones.
No es posible que esta compañía, que se burla descaradamente de colombianos como yo, pretenda acceder a recursos provenientes de nuestros impuestos. No es posible que cada vez hayan más incautos pongan su dinero en manos de Avianca sin ninguna garantía a cambio. Después de que me pasó a mi he sentido que Avianca me tiene en sus manos y puede hacer conmigo lo que quiera. Esto no le puede pasar a usted.