La forma de vender la guerra está en su máximo pico. Hay guerreristas declarados que justifican la guerra a ultranza como guerreristas camuflados que hablan en voz baja de la guerra y en voz alta de la paz.
Ahora está de moda incentivar la guerra hablando de paz. Es lo que pasa cuando se habla en contra del Acuerdo de Paz en nombre de la ”institucionalidad”. Se colocan las instituciones por encima del Acuerdo de Paz sin mencionar que hay aspectos del Acuerdo que sobrepasan la instituciones y es necesario ”reformar” los aspectos constitucionales para adecuarse al Acuerdo Final y este a aquel.
Es el caso de la justicia, por ejemplo. Los jueces desconocen la Ley de Amnistía aprobada por el Congreso en cumplimiento de lo acordado en el Acuerdo de Paz entre las FARC-EP y el gobierno colombiano, en representación de todo el estado. Los prisioneros guerrilleros —exguerrilleros— y los prisioneros políticos son mantenidos en prisión por la interpretación mañosa de los jueces y hasta de las Cortes, por ejemplo.
Lo cual los ha obligado a realizar una huelga de hambre exigiendo la aplicación correcta de la Ley de Amnistía, la cual debió empezar a aplicarse al día siguiente de aprobada. Su no aplicación demuestra que desde el estado —rama judicial— siguen aplicando la legislación de guerra del estado creada durante los 53 años de guerra impuesta por la oligarquía y el imperialismo (con su “ayuda” a modernizar la justicia).
Igualmente, que al amparo de la rama judicial las fuerzas militares siguen aplicando el Terrorismo de Estado, a través de las bandas narco-paramilitares y, en algunos casos, directamente por miembros activos de las instituciones militares. Ya van más de 152 ejecutados desde dicembre de 2016 hasta hoy y casi cada día —a cuentagotas— se asesina un líder popular.
Igualmente, los torpedos lanzados contra la Reforma Rural Integral (RRI) van en dirección de ”hacer trizas” uno de los puntos nodales del Acuerdo de Paz. Para implementar acertadamente el Acuerdo de Paz es imprescindible dotar de tierras no solo a los exguerrilleros farianos, sino especialmente a los campesinos e indígenas que carecen de ella a fin de pagar la enorme deuda social que tiene el estado con las comunidades campesinas e indígenas.
Quisiéramos ver a la Procuraduría más decidida en la defensa del Acuerdo de Paz haciendo las investigaciones correspondientes de los personajes judiciales que torpedeen el cumplimiento de la Ley de Amnistía y demás leyes que se deriven de la reforma de las leyes que haya que reformar a fin de darle estricto cumplimiento al Acuerdo de Paz y vitrineándose menos en los foros internacionales.
Otro error histórico de JM Santos es haber vendido la idea que con el Acuerdo de Paz quedaba incólume, sin tocar, el aparato estatal, y que la dejación de las armas era más importante que el mismo Acuerdo de Paz. Falso de toda falsedad. La ley de amnistía es una ley que toca al resto del aparato judicial. La JEP toca el centro nodal de la aplicación de justicia en Colombia ya que está demostrado y más en éstos momentos, la justicia colombiana es insuficiente para abordar ese problema complejo y por ello tuvo que negociarse precisamente un abordaje que sobrepasa y supera la justicia colombiana, mucho más cuando de todos es sabido que la “justicia” se aplica nada más a los de ruana, a los pobres.
Igual cosa podemos decir en lo atinente a la reforma política (nuevo partido, estatuto de oposición, etc, etc), reforma económica (RRI, Censo Agrario, etc), etc.
Desde luego que los “ladrillos” colocados al aparato estatal no son la solución final a los problemas que padece el pueblo colombiano. Esos ladrillos nuevos terminarán por desajustar todo el aparato estatal y harán necesarias nuevas y complejas reformas paso previo hacia una solución final.
Más es un primer paso —logrado con el Acuerdo de Paz— para avanzar hacia la construcción de un nuevo país, en paz con justicia social. Por ello es imprescindible un gobierno de transición logrado por la conjugación y estrechamiento de todas las fuerzas que propenden por la paz en Colombia para avanzar en la dirección correcta.