De la esperanzadora frase “otro mundo es posible”, consigna del movimiento altermundista (1) que agitó con optimismo el comienzo de siglo XXI, hemos pasado en tan solo dos décadas a “otro fin del mundo es posible” de la colapsología (2), que pretende dar un paso adelante hacia la propuesta de una sabiduría ante el colapso. Teoría transdisciplinaria del estudio del colapso de nuestra civilización industrial y lo que le podría suceder, que gana cada vez más adeptos en redes sociales y movimientos alternativos con conciencia colectiva.
Reconociendo que las relaciones entre los seres humanos y el entorno han estado mediadas por la necesidad de satisfacer sus requerimientos como especie, generando la oferta natural el sustrato del progreso económico y el bienestar social. Resultados tangibles que hoy evidencian una situación desequilibrada, que ha generado impactos negativos en múltiples escalas y ha propiciado el detrimento de la base natural, favoreciendo la inequidad de irresponsables negacionistas del cambio climático. O de indiferentes, que solo ven en el colapso posibilidades de negocio y que viven en un mundo de acaudaladas comunidades cerradas, en las zonas del planeta menos contaminadas (3).
Fenómeno de la fuga de los adinerados de las grandes urbes masificadas, donde encontrar una solución a la creciente catástrofe no es nada fácil puesto que toca las bases del capitalismo más descentralizado y global. Colectividades en las cuales priman más los intereses particulares que los intereses de la humanidad en su conjunto y en el que la realidad está compuesta por una miríada de diferentes realidades políticas nacionales sin cohesión posible ni directriz única; a las que además se añaden las particulares condiciones socioeconómicas, de países necesitados de desarrollo. Supuesto desarrollo económico que solo ha buscado el dominio científico tecnológico sobre la naturaleza y cuya orientación está dada para atender exclusivamente demandas de sectores industriales y productivos, considerando que la oferta natural es ilimitada y sin tener en cuenta los efectos sobre el entorno y el colectivo social.
Contaminación del aire (4) que según Naciones Unidas es responsable cada año de la muerte prematura de 7 millones de personas y que constituye el principal riesgo sanitario en materia de medioambiente. En el que 18 ciudades indias dominan la clasificación de las urbes más contaminadas del mundo, junto a ciudades de China, Pakistán, Afganistán, Mongolia y Bangladesh. Ciudades que figuran entre las treinta primeras, de una lista de más de 3.000 de la más contaminada a la más limpia, en las cuales el 64% rebasan las normas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en materia de exposición anual. Y en la que según la ONU (Proyecto Global Carbon Project que mide las emisiones de todo el planeta), los países que más emisiones de gases contaminantes producen son: China (27%), Estados Unidos (15%), India (7%), Rusia (5%), Japón (3%), Alemania (2%), seguidos por Irán, Arabia Saudita, Corea del Sur y Canadá. De un total de más de 36.000 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2), que cada año se emiten a la atmósfera de la Tierra y que la Agencia Internacional de la Energía (AIE) ha tasado en un aumento del 130 % las emisiones para 2050.
Tristeza ecológica que ya también tiene nombre, la solastalgia, híbrido de consuelo y nostalgia que expresa la angustia ante la degradación del medio en que se vive o se ha vivido. Que ha venido para quedarse, con plantas, insectos, peces y animales para siempre desaparecidos en incendios que arrasan reduciendo a cenizas miles de hectáreas y que dejan cicatrices incurables en las principales fuentes de oxígeno y en las regiones biodiversas más ricas del planeta. Puntos de inflexión de los condicionantes de vida en el planeta, que sumados a una pésima gestión de los recursos naturales (contaminación desenfrenada y agotamiento desbocado) que de continuarse nos conducirá por acción propia a un desastre que parece inminente: ecosistemas que empiezan a desarticularse. temperaturas medias que se incrementan cada año, casquetes polares que empiezan a desaparecer, derrumbe de la biodiversidad, multiplicación de catástrofes naturales, agotamiento de suelos y recursos hídricos, sumados al desarrollo de proyectos urbanísticos basados en quimeras absurdas y en lugares imposibles.
Colapsología que es la ruptura radical con el productivismo y el ecosocialismo, teoría del cuidado y de la prudencia que lo único que intenta es hacer lo que depende de nosotros, antes de que ocurra lo peor y la situación sea irreversible (5). Por ejemplo, mediante la creación de un modelo global de la evolución de los equilibrios del sistema terrestre, tal como lo propone la Unesco a fin de que el futuro de la humanidad siga estando abierto.
1. El movimiento altermundista, compuesto por simpatizantes de muy variados perfiles, propone que la globalización y el desarrollo humano se basen en prioridad en los valores sociales y ambientales, en oposición a quienes los centran en el empoderamiento económico o burocrático, político y social. Ideas que se materializaron en el Foro Mundial de Porto Alegre del 2001 y que desde entonces se incluyen en las deliberaciones políticas y económicas del G-20, grupo que reúne el 66 % de la población mundial y el 85 % del producto bruto global.
2. Libros Une autre fin du monde est possible. Vivre l’effondrement et pas seulement y survivre (otro fin del mundo es posible, vivir el derrumbe y no solamente sobrevivirle) y "L’Entraide, l’autre loi de la jungle" (la ayuda mutua, la otra ley de la selva). Autores: Pablo Servigne, Raphaël Stevens y Gauthier Chapelle, geógrafos y biólogos que se definen como investigadores in-Tierra-dependientes. Colapsólogos franceses, que no sólo anuncian una catástrofe, sino que proponen pistas para seguir viviendo a pesar de lo inevitable: evolución de los sistemas agrícolas, sistemas de ayuda mutua locales, sobriedad energética… Para ellos, el colapso es “el principio del porvenir” de nuestra generación, y lo que sigue queda por imaginar y vivir.
3. Top de países declarados como las más ecológicos del mundo según el Índice de Desempeño Medioambiental (EPI), desarrollado por la Universidad de Yale, Columbia, el Fondo Económico Mundial y la Fundación McCall MacBain: Suiza, Francia, Dinamarca, Malta, Suecia.
4. La contaminación se mide con un parámetro llamado PM 2.5, en inglés: Particular Matter. Materia particular, donde comparando las partículas que se miden, 2.5 es 100 veces más fina que el grosor de un cabello. Diámetro medido en micrómetros de partículas sólidas o líquidas de sulfatos, nitratos, carbón y amoniaco que podrían causar enfermedades graves y en la que se considera que un aire es “sano” cuando éste se encuentra entre 0 y 50.
5. Nueve límites del planeta que sería sumamente peligroso traspasar, a saber: el clima, la alteración de la cobertura vegetal, la erosión de la biodiversidad o la desaparición de especies animales (sexta extinción de la vida en la Tierra); y la alteración de los flujos biogeoquímicos, en los que los ciclos del fósforo y el nitrógeno desempeñan un papel esencial. Unidos a todos los indicadores disponibles sobre consumo de recursos primarios, utilización de energía, crecimiento demográfico, actividad económica y deterioro de la biosfera, tendencias que se han calificado de “insostenibles”.