En los últimos meses he tenido la oportunidad de reunirme con varios directivos de universidades y gremios con el objetivo de promover los servicios de mi empresa: gestión del conocimiento en el tema de emprendimiento para el consumo sostenible.
Bien, como en toda reunión, les presento a mi equipo de trabajo, les cuento que se trata de una red de expertos Colombianos, que o bien han sido formados con título de maestría/doctorado en el país y en el extranjero, o que tienen una amplia experiencia en el tema de sostenibilidad.
Cuando llega el momento de tangibilizar la reunión, es decir, de ofrecer las conferencias, charlas, entrenamientos, etc., he tenido que escuchar cosas que me acuerdan a la historia de Bochica: un anciano que no pertenecía a la tribu del Zipa, líder del imperio chibcha en la región andina de Colombia.
Para hacer la historia corta, en esa época, la región de Cundinamarca sufría de fuertes lluvias y los campos estaban inundados, lo cual estaba afectando los cultivos. Dice la leyenda que los chibchas intentaron todo para encontrar una solución al problema pero no lo lograron. Así que uno de los caciques le sugirió al Zipa buscar ayuda en alguien que no perteneciera a la comunidad. Entonces decidieron llamar a Bochica.
Se trataba de un anciano que tenía una barba larga y blanca (algo parecido a Gandalf el del Señor de los Anillos), que no pertenecía a la tribu, que ni siquiera hablaba su mismo idioma, pero que según su percepción, podría solucionarles la dificultad porque traía saberes de afuera.
Para finalizar este cuento, Bochica accedió a ayudarlos, se paró encima de una roca, tocó con su bastón las montañas y éstas se abrieron dando nacimiento al Salto de Tequendama. Con ello, el agua fluyó y el problema de las inundaciones cesó
¿Por qué traigo este ejemplo a mi caso? Lo explico de la siguiente manera: mi interés, como el de cualquier emprendedor, es poder vender el servicio que he desarrollado desde hace ya varios meses. Cuando ya he presentado mi concepto y a mi equipo de trabajo, he tenido que escuchar con tristeza afirmaciones como las siguientes:
"Muy interesante Julio Andrés! usted podría identificar algunos expertos extranjeros que vengan a Colombia a darnos los cursos? Nosotros pagamos todos los viáticos, el transporte y naturalmente, lo que cobren por sus servicios" o
"... estamos pensando en hacer una conferencia internacional, queremos tener expertos nacionales y extranjeros. Nos encanta su discurso Andrés, lo felicito! Si le interesa, la tarifa que pagamos para los nacionales es de $125 mil pesos la hora" y cuando les pregunto cuánto pagan la hora del extranjero me entero que está por casi el doble.
Bien, vaya decepción que me llevo cuando dicen esas cosas; es evidente que aún hay muchos colombianos que sufren de síndrome Bochica, personas que le guardan un culto endiosado a los extranjeros. En la leyenda a lo mejor nadie tenía el conocimiento como lo tenía Bochica y por ello se justificaba buscar ayuda afuera. No obstante, en el ámbito profesional de hoy en día el conocimiento local abunda.
No me malinterpreten, con esta reflexión no quiero generar una sensación en contra de los extranjeros ni mucho menos; por el contrario, valoro y reconozco el aporte que se genera con el intercambio cultural. Así como yo tuve la oportunidad de vivir fuera del país por varios años y aprender muchas cosas que han sido útiles para mi vida profesional y personal, busco motivar a los jóvenes durante mis charlas para que abran su mente y salgan con el objetivo de enriquecerse con una experiencia tal cual.
A diario conozco profesionales colombianos con un talento impresionante, algunos han regresado al país con una cantidad de aportes, conocimientos y contactos que son definitivamente un valor agregado para cualquier tipo de organización (entidades educativas, empresas, sector público, etc.). Y no solo ellos, hay muchos colegas, que pese a no haber salido del país, tienen un conocimiento gigantesco sobre los retos locales e ideas para darles solución debido a su experiencia.
Es más, si lo pongo en términos de valor agregado (como lo concluí en una charla con otros colegas), un colombiano que regresó al país, no sólo ha adquirido herramientas, sino que más allá de eso, está en la capacidad de contextualizarlas y hacerlas aplicables a la realidad local más efectivamente, pues la conocen. Esto merece ser valorado y reconocido.
Somos muchos colombianos los que le hacemos un llamado a las personas y a las organizaciones que siguen creyendo que los Bochicas de barba blanca tienen la respuesta. Los invitamos a buscarlos en las universidades, en LinkedIn, en las mismas comunidades; los invitamos a darles la oportunidad pues con esfuerzo han cultivado logros y también tienen historias y conocimientos valiosos que compartir!
Twitter @AndrRozo
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