Carlos Linero se ha enamorado muchas veces. Él entendió que el corazón de algunos hombres, como lo escribió García Márquez en El amor en los tiempos del cólera es como un motel de prostitutas con muchos cuartos. Por eso no se atormenta. Él está seguro de su fe y por eso puede hablar abiertamente de lo que lo tienta porque es hombre y de tierra caliente.
Él dice que es Samarquillero, osea que cree que a las dos ciudades el río Magdalena no las divide sino que las une. Nació el 28 de octubre de 1968 en Santa Marta y a los veinte se fue a vivir a Barranquilla a estudiar Filosofía en el Seminario. Desde ese momento Curramba fue su casa. Cuando le han propuesto irse a vivir a Bogotá, Linero dice que él se acomoda a cualquier sueldo, pero, eso sí, le deben garantizar traer a toda la gente de Barranquilla para mamar gallo en la calle y que le lleven los atardeceres en el Magdalena y también el Carnaval.
A Carlos Linero lo que le interfería con su sacerdocio era la incapacidad de ser hombre. Eso de ser santo no iba con él. En cuanto entrevista que le han hecho ha dicho que en su vida han aparecido mujeres que le han hecho propuestas interesantes. Él nunca se reconoció como un santo, todo lo contrario, se asume como un pecador y cuando se enamoró de verdad dejó el sacerdocio en el 2018.
En su nuevo libro, Amar es ganarlo todo, el padre cuenta detalles del amor que le quitó el puesto en su corazón a Dios.
El fútbol lo apasiona. Ya se dio el gusto de ver en el Santiago Bernabeu al Real Madrid vs Barcelona y uno de los pocos sueños que no se le ha dado es ver a su amado Unión Magdalena subir a la A y jugar la Copa Libertadores de América.
Pero tal vez lo que más le gusta a este hombre grande, un bonachón de férrea voluntad que logró bajar casi treinta kilos con una dieta en donde suprimió las carimañolas, los pasteles de yuca, las butifarra y la coca-cola, sean las canciones de Diomedes Díaz. Su preferida es Amarte más no pude en donde dice encontrarle, incluso, una diferencia teológica: Yo te puedo perdonar si es que estás arrepentida pero volver contigo no lo puedo hacer ni en sueños. “Puedo perdonarte pero nunca volveré a ser tu pareja, que sabiduría”. Sin embargo no es un gran parrandero y está convencido que su tentación más grande pudo haber sido la de pensar ser, en algún momento de su vida, alcalde de Barranquilla o de Santa Marta. Ya no piensa eso, ahora cree más que nunca que la religión y la política no se revuelven.