“MANDATO CIUDADANO POR LA PAZ: ¡NO LEVANTARSE DE LA MESA!”
REDPRODEPAZ, OCTUBRE 18 DE 2013
Hace un año, el 18 de octubre de 2012, se instaló en Oslo, Noruega, la mesa de diálogos y negociaciones entre el Gobierno del Presidente Juan Manuel Santos y las FARC. Es oportuno, ahora que se cuestiona la viabilidad de este proceso, hacer una reflexión ciudadana para valorar lo avanzado y apoyar de manera contundente la continuidad de este propósito nacional prioritario, hasta cerrar el conflicto armado y generar las condiciones para construir la paz.
Por supuesto que una guerra de medio siglo no se soluciona por arte de magia ni de un año para otro. Hay quienes dicen que se tarda tanto en construir la paz, como tiempo se dedicó a la guerra. Por eso hay que comenzar cuanto antes a participar como sociedad civil, no sólo en la refrendación de los acuerdos, cuando llegue su momento, sino en el desarrollo de los mismos.
El fin de la guerra implica que arribemos a la convicción de que la violencia es un camino agotado para lograr o imponer objetivos políticos, que reproduce más violencias, que no permite cerrar las heridas y que por el contrario deja más víctimas que quieren justicia, así sea por mano propia. Por ello es necesario construir un Estado social de derecho legítimo, que derive su legitimidad de la participación ciudadana, de la representatividad social, de la imparcialidad de la justicia y del respeto irrestricto de sus autoridades al marco ético de los Derechos Humanos.
Colombia debe entender que su enorme diversidad ambiental, social, económica y cultural es su mayor fortaleza y en modo alguno un obstáculo para su desarrollo como Nación. Hay que abandonar para siempre la idea de que la unidad nacional supone eliminar las diferencias y obligar, por las buenas o por las malas, a que todos tengamos las mismas creencias y practiquemos idénticas concepciones del mundo y del buen vivir.
En la medida que esta guerra no tuvo vencedores ni vencidos, debemos acostumbrarnos a que coexistan, por ejemplo, diferentes modos de relación con la tierra, bien sea la agroindustria, la zona de reserva campesina, el resguardo indígena o los territorios de comunidades negras, todas ellas en el marco del respeto a la función social y ambiental de la propiedad, sea privada o colectiva.
Si bien hay avances importantes en materia de desarrollo rural integral, una de las causas estructurales del conflicto, aún falta concretar acuerdos en materia de participación política, problema de las drogas y de reconocimiento a los derechos de las víctimas.
La participación política es quizá el punto más importante de los diálogos y la condición para una paz estable y sostenible.
Las garantías deben correr de cuenta no sólo del Estado, sino de la propia sociedad. El problema de las drogas, ligado al desarrollo rural, implica un ejercicio de corresponsabilidad mundial, dónde se cuestione las razones mismas del consumo y el trato desigual entre las naciones, para construir soluciones que logren armonizar la libertad individual y la salud pública.
Respecto a los derechos de las víctimas, su reconocimiento es sin duda el centro de gravedad del proceso, y la garantía de no repetición. De su satisfacción dependerá en gran medida la disposición de la sociedad en general, y de las víctimas en particular, a perdonar y a pasar la página de la historia. No obstante, resulta insuficiente concentrarse en las víctimas haciendo caso omiso de los victimarios, asumiendo que su único camino es la cárcel. Cuántos de ellos han sido a su vez víctimas de otras violencias…
Como diría John Paul Lederach, “el futuro de aquellos que luchan unos contra los otros está en última instancia íntimamente vinculado y es interdependiente. Por eso, se debe brindar a las personas la oportunidad de mirar hacia adelante e imaginar un futuro mutuamente compartido.” A ese objetivo nos hemos dedicado los Programas de Desarrollo y Paz desde hace casi veinte años: A construir una Nación en Paz desde procesos locales y regionales de desarrollo y paz, independiente de sí se adelantan o no diálogos de paz.
Sea esta la oportunidad de reiterar nuestro compromiso con la Paz de Colombia. No nos hemos creado como fines en sí mismos, sino como entidades plurales al servicio de procesos sociales e institucionales territoriales. No queremos ser vistos como operadores de recursos públicos, privados o de cooperación internacional. Somos aliados estratégicos en la facilitación de procesos de formación y empoderamiento para la participación ciudadana y el fortalecimiento del Estado social de derecho, a través de la articulación de cinco temas estratégicos: paz y derechos humanos, desarrollo humano integral sostenible, tierras y territorio, educación y cultura y gobernabilidad democrática.
Estamos comprometidos con este proceso de paz, desde mucho antes de que comenzara. Sabemos que es mejor adelantar nuestro trabajo con los fusiles silenciados, razón por la cual somos partidarios de un cese al fuego y/o de agilizar la suscripción de acuerdos y su refrendación, para comenzar en el menor tiempo posible la etapa de posconflicto. Al respeto estamos promoviendo junto a otros procesos y organizaciones iniciativas tendientes a generar escenarios de participación ciudadana en las regiones en torno a la agenda de diálogo y negociación, un Intercambio Epistolar por la Reconciliación, como parte de La Peregrinación por el Río Magdalena con la Virgen de Nuestra Señora de Chiquinquirá, y la suscripción de un Pacto Nacional por la Paz.
Aprovechamos esta oportunidad para reiterar nuestro compromiso e invitar al conjunto de la sociedad y de las instituciones a participar activamente en la construcción de la Paz de Colombia, nuestra principal y más noble prioridad.