De los Andes, después de clases, los universitarios bajaban hasta el Centro Comercial Terraza Pasteur un viernes cualquier de los años Noventa. Empezaban a llegar antes de que se pusiera el sol, como vampiros sedientos, a desocupar, una tras otras, las botellas que pedían. La salsa era la banda sonora, también el rock. La Terraza Pasteur estaba en pleno apogeo. Eran 85 locales, en la mayoría de ellos se escuchaba la música atronadoramente. En pleno corazón de Bogotá un Centro Comercial imponía la rumba en la ciudad. Ahora sólo quedan escombros.
Llegar a las siete de la noche al Terraza Pasteur es arribar a un mundo post apocalíptico. Zombies llevados de droga caminan en la entrada. Son constantes las denuncias de atracos. Se consigue fácilmente cualquier tipo de droga, desde una papeleta de bazuco hasta un pase pasando por el consabido bareto. Frente a él está uno de los últimos cines porno de la capital.
| Vea también: El Chamber, el cóctel de 4 mil pesos que toman los ñeros en Bogotá
Y sin embargo sigue teniendo un toque moderno. Si algún alcalde decidiera intervenirlo sería hasta un lugar chik. Todo terminó en el 2009. Ese año la alcaldesa encargada, Clara Rojas, quien agarró ese hierro hirviendo que era la ciudad después del escándalo del Carrusel de la Contratación que terminó metiendo a la cárcel a Samuel Moreno Rojas, decidió firmar un Plan de Ordenamiento Territorial que le impidió a locales como el Terraza vender alcohol. En el 2015 ya quedaban sólo unos pocos locales. Se fueron yendo poco a poco, como una mazorca que se desgrana, hasta que sólo quedó el silencio.
Ahora es uno de los sitios más tóxicos de la capital. Tal y como lo muestra uno de los reporteros, el vicio es lo que habita entre sus paredes:
| Le puede interesar:
El nuevo Cartucho: El mercado de pulgas más terrorífico de Bogotá
