El fútbol se considera un deporte profesional desde 1948, misma fecha en que fue creada la DIMAYOR, eso significa que muchos hombres apasionados y talentosos tuvieron la oportunidad de dedicarse tiempo completo a jugar fútbol, y a su vez, encontraron la manera de sustentarse. Hoy, 69 años después, las mujeres en Colombia han conquistado este espacio, y digo conquistado, porque la oportunidad que tienen ahora no se debe a la buena voluntad de los lideres masculinos que de la noche a la mañana decidieron que también tenían ese derecho, sino que fueron ellas las que a través de su lucha y los triunfos obtenidos en los últimos años lograron visibilidad y reconocimiento. Por fin Colombia supo que el fútbol, como cualquier otra forma de expresión social, es un deporte de humanos y no de hombres (Aunque aún persiste la resistencia).
Quienes seguimos los hechos relacionados al fútbol, especialmente cuando son mujeres las que lo practican, sentimos una alegría inmensa de saber que por fin tendrían la oportunidad de jugar como profesionales. En mi caso, como académica e investigadora de este tema, pensé que esta sería una circunstancia apta para comenzar a producir teóricamente al respecto, motivo por el cual, inicié un seguimiento a los movimientos de cada uno de los clubes. Mi interés se orientó principalmente hacia el Club Atlético Bucaramanga, pues sin subestimar al Real Santander, ni a Alianza Petrolera, el Atlético Bucaramanga es el club más antiguo de Santander y con mayor tradición. Por otro lado, a través de las redes sociales traté de estar al tanto de lo que sucedía con los otros equipos que van a participar. De esa manera, comencé a preguntarme ¿cuál será el trato que los clubes les darán a sus jugadoras como profesionales? Bueno, no espero que las traten igual que a los hombres, pues sabemos que los que mueven el dinero son ellos, y ¿adivinen qué es lo más importante para el fútbol? Pues lo que más lucro genera, esta es la sociedad en la que vivimos, todo es plata.
Fue así como comencé a observar a distancia al club Atlético Bucaramanga Femenino; he visto todas las entrevistas que han hecho en los medios de comunicación, pero también, he seguido al equipo presencialmente; y ¡vaya sorpresa!, el Club Atlético Bucaramanga se ha quedado corto en tratar a las jugadoras como profesionales.
¿En dónde entrenan las jugadoras? ¿Cuánto les pagan? ¿Por cuantas personas está conformado el cuerpo técnico? ¿Cuál es la publicidad que les dan como club? ¿Son tratadas como profesionales que van a ofrecer sus servicios a una empresa, o como personas a las que se les está haciendo un favor? ¿Cómo fue su preparación? ¿Contra cuáles equipos jugaron en la preparación? ¿A dónde viajaron para jugar esos partidos preparatorios? ¿Cuáles otros servicios les brinda el club aparte del salario que les ofrece? Es decir, en últimas palabras ¿el club las trata como profesionales?
Son muchas preguntas, y la respuesta a cada una de ellas es desalentadora. ¿En dónde entrenan las jugadoras? Solo les informo lo siguiente: alguna vez fui a entrevistar a las jugadoras y me tuve que devolver para mi casa, lo mismo hicieron ellas, porque no tenían autorización para entrenar en el Estadio de Villa Concha de Piedecuesta. En el Club Barlovento, la sede de preparación y entrenamiento del Atlético Bucaramanga, también ubicado en Piedecuesta, no pueden entrenar porque no tienen permiso, pero ¿cómo es posible que el Club no autorice a su equipo profesional para entrenar en su propia sede? Me gustaría escuchar al Presidente del Club Atlético Bucaramanga, Héctor García, dando una justificación al respecto. En consecuencia, las jugadoras pasan su pretemporada de entrenamiento de un lugar a otro, paseándose por las canchas de fútbol de la ciudad, las cuales son limitadas, en busca de un campo para entrenar, porque para el Club Atlético Bucaramanga ellas no son dignas de entrenar en su campo, o por lo menos eso parece. Las jugadoras no tienen un campo deportivo para entrenar, no lo tienen.
¿Cuánto les pagan? No sé la forma como categorizaron a las jugadoras, lo más justo es que la que menos gane reciba como mínimo un millón de pesos. Digamos que con un millón de pesos tú puedes sostenerte, pues al ser profesional debes dedicarte mañana y tarde a los entrenamientos, no queda espacio para el trabajo, se supone que ahora jugar fútbol será tu trabajo, sin embargo, algunas no llegan ni al salario mínimo.
¿Por cuantas personas está conformado el cuerpo técnico? Pues, duele decirlo, pero mi equipo aficionado de futbol sala que juega campeonatos locales y barriadas tiene más personas en el cuerpo técnico que el Atlético Bucaramanga Femenino. Solo se ve al profesor Expencer Alexander Uribe, quien a través del club Botín de Oro dio a conocer el fútbol femenino de Santander, y al preparador físico Julio César Ortiz. ¿Y las otras personas?, ¿qué pasa si se tuercen un tobillo en un entrenamiento? El utilero ¿en donde está?, ¿se deben turnar entre ellas para ser las recogebolas? ¿Eso es ser parte de un equipo profesional? (ver fotos).
¿Cómo fue su preparación? El panorama es el siguiente: mientras las jugadoras del América se desplazan en vuelo chárter para jugar contra Patriotas en Tunja, las jugadoras del Atlético Bucaramanga juegan amistosos contra la sub 20 femenina del equipo Botín de Oro, y contra la sub 17 masculina del Atlético Bucaramanga. No viajaron para jugar los partidos de preparación, y tampoco el Club invitó equipos competitivos a la ciudad. En pocas palabras, no tuvieron enfrentamientos significativos en el cual evaluar el rendimiento de las jugadoras.
En resumen, parece que el Club Atlético Bucaramanga, solo les prestó el nombre para jugar el campeonato profesional, les dio uniformes, y una modesta compensación económica. Por otro lado, hay que resaltar la gestión que otros clubes están realizando tratando a las jugadoras con respeto y reconocimiento, motivándolas desde el principio con sus buenas atenciones, haciéndolas sentir que realmente son parte del club. Felicito al América de Cali, a Patriotas, al Real Santander, al Alianza Petrolera, y a todos los clubes de futbol profesional que saben lo que significa la ética corporativa, entienden que deben ofrecerle a sus jugadoras lo mejor que tienen para que en los partidos ellas hagan lo mismo; se trata de una reciprocidad, de buen trato mutuo.
En mi opinión, si al Atlético Bucaramanga Femenino le va bien en el campeonato, esperemos que así sea, es mérito del técnico y de las jugadoras por el proceso que llevan desde hace años atrás. Si les va mal, toda la culpa recae sobre el Club Atlético Bucaramanga quienes sin duda serán los primeros en reprocharles, pero toda la responsabilidad será de ellos, pues desde el comienzo se encargaron de desmotivar a las jugadoras tratándolas como si fueran a jugar la recocha del barrio.
Como aficionadas estaremos en los partidos coreando el nombre de cada una, diciéndoles que son grandes aunque muchos no lo crean así, manifestándoles que merecen apoyo por el esfuerzo que hacen cada día para crecer como deportistas y como personas. Espero que el Atlético Bucaramanga reflexione sobre la situación que se está presentando, porque hasta la fecha, lo único profesional que tiene el Club Femenino, son las jugadoras.