Soy el primero en aplaudir el acuerdo al que han llegado el gobierno nacional y los banqueros para evitarnos a todos los colombianos el nefasto corralito de un porcentaje sobre nuestros ahorros, como lo propuso amenazante el presidente Petro. El que se haya conseguido una reorientación de los cupos de crédito que los bancos tienen destinado para su rentabilidad y que esa cantidad compense el daño que todo estábamos empezando a sentir y, al mismo tiempo, las ansias progresistas del gobernante, indica que se impuso el diálogo por encima de las consecuencias nefastas de una amenaza. Pero, a su vez también nos presenta una radiografia del estilo del régimen de izquierda que tenemos instaurado y una línea de contemporización de la derecha que definitivamente no atina a enfrentarse de lleno con el mal gobierno y prefiere,( dentro de la ética contractual),no asumir la radicalización conceptual como arma política.
Los banqueros se deben estar frotando las manos porque pudieron ajustarse al régimen contractual que ha terminado imponiéndose en este país
Por supuesto, el gran satisfecho públicamente después de lo acordado es Petro porque se ha convencido que sus maneras de gobernar asustando, le están dando resultado. Privadamente, sin embargo, los banqueros que representan la más pura pero equivocada esencia de la derecha capitalista, se deben estar frotando las manos porque pudieron ajustarse al régimen contractual que ha terminado imponiéndose en este país, otrora regido por leyes y ahora gobernado, redactado y administrado por los contratos y los contratistas.
Obviamente el método para lado y lado corre el peligro de desgastarse porque asustar termina creando sensaciones ignotas de reserva o desobediencia o, lo que es peor, una infinita desconfianza en la palabra del gobernante y en las actitudes poco éticas de los dueños del poder económico. Asustar produce sus frutos, pero no siempre son buenos. De no pregúntenle a Caperucita y al lobo feroz.