El jueves vientos de 315 kilómetros por hora tocaron tierras filipinas, un día después este archipiélago formado por siete mil islas se convirtió en el cementerio de 10 mil personas. Haiyan que en español quiere decir Yolanda, uno de los ciclones tropicales más fuertes de la historia -incluso más que el huracán Katrina-, sepultó está población que el mes pasado había sido víctima de un sismo de 7,1 grados dejando 222 personas muertas y mil heridas. Las cifras de víctimas siguen creciendo mientras la alerta de otro posible huracán agota las esperanzas y el miedo se apodera de los filipinos.
Hoy las energías están enfocadas hacia la organización de una evacuación pues al parecer este nuevo tifón pasará por las mismas islas. "En estos momentos es fundamental un plan de emergencia rápido, eficaz y directo, pero es muy complicado acceder a los lugares que nos necesitan, porque las carreteras están bloqueadas por árboles, techos arrancados, escombros y restos de la tragedia", dijo Leo Mercado un voluntario.
Las familias más poderosas han puesto a disposición sus barcos, viviendas y maquinaria para reconstruir este país que sigue sin agua potable, luz y pocas esperanzas.