La coalición de la experiencia rebautizada como Equipo por Colombia no parece advertir que está cometiendo hara-kiri. Peñalosa, sin malicia que midiera el autogol que se metía, declaró que no había podido conseguir las firmas y quedó noqueado por su propia inocencia, aunque espera que lo resucite un aval de la U. Echeverry entendió que no había pegado, decidió no gastar más y se retiró. Le abrieron las puertas al Mira pero dejan por fuera al pastor John Milton Rodríguez de Colombia Justa Libres que tiene un liderazgo político más claro entre los cristianos. David Barguil caminó por el campo de batalla entre las banderas presidenciales de María Fernanda Cabal, que venía siendo un fenómeno político, sus adeptos le buscaron, y siguió de largo; no entendió que su gran oportunidad era apoderarse de las consignas de la Cabal y de la derecha dura; pudo hacerse a un electorado sólido y lo dejó perder. Federico Gutiérrez, el menos errático, no logra perfilarse como el líder nacional que secretamente muchos quisieran, sigue en la antioqueñidad, y aunque goza de simpatía real hasta dentro del mismo gobierno, su tono montañero no seduce a Bogotá y en el resto de Colombia no lo descubren todavía.
Alex Char es el diferente del grupo, primero se alzó arrollador con millones de firmas en tiempo récord, y lo respalda el apabullante milagro urbanístico y de desarrollo económico producido en Barranquilla en la última década, por eso, aunque no haya podido sustentar su propuesta de bajar el IVA del 19 % al 8 %, la transformación de la capital del Atlántico y las impresionantes cifras de su pujanza, de la mano de Char, lo catapultan a un liderazgo nacional aunque no vaya a debates y prefiera el cuerpo a cuerpo con el pueblo.
Char es sin duda la figura –aunque no le guste figurar- de la tal coalición de la experiencia, no por nada en términos de éxito, administrativamente la suya es de lejos la más impresionante experiencia. Pero también Char se equivoca, y aunque tal vez su dura apuesta buscaba conseguir, con una declaración, volverse la voz cantante del equipo, la negativa al ingreso de Óscar Iván Zuluaga a la consulta de marzo, causó un efecto que vale la pena analizar.
Uribe y Zuluaga se reunieron en Barranquilla y rodeados de sus parlamentarios, produjeron un comunicado que con la frase “no es posible estar en dicha coalición” reivindicó la dignidad del partido de gobierno que hasta ese momento se veía mendicante rogándole a unos personajes con mucho más ego que votos. Que se reunieran en Barranquilla y desde allí se pronunciaran es sin duda un elocuente mensaje a Char. Pero va muchos más allá, pues con su portazo a Zuluaga, Char descartó con cierto aire despectivo hacerse a la gratitud electoral del Centro Democrático, y mostró su temor a que Óscar Iván se lo ganara en la consulta en caso de entrar. Pero quizá no calculó que el desprecio a Zuluaga pondrá como mayor beneficiario en su consulta a Federico Gutiérrez, pues si antes a muchos les gustaba Char, ahora en marzo, todo el Centro Democrático sí votará en la consulta y lo hará por Fico.
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Con su portazo a Zuluaga, Char descartó con cierto aire despectivo hacerse a la gratitud electoral del Centro Democrático, y mostró su temor a que Óscar Iván se lo ganara en la consulta
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La verdad es que Zuluaga no merecía ese tratamiento, por parte de Char, y mucho menos Uribe, especialmente si recordamos que el “milagro Barranquilla” comenzó con su empatía como gobernador con el gobierno de Uribe, sin cuyo decidido respaldo posterior habría sido imposible levantar a esa ciudad de lo que parecía una decadencia sin remedio.
Pero mientras todo esto sucede, Rodolfo Hernández crece, quitándole a Petro y colectando adeptos en la franja del escepticismo, quienes encuentran en su descarnado discurso anti corrupción, en su desparpajo y en la sorprendente claridad de sus consignas, una respuesta con la que muchos se identifican, pero distinta a la proyección venezolana que transmite Petro. Rodolfo que de tonto no tiene un pelo, se ha esmerado en demostrar que no se parece al líder de la ultra izquierda, y reivindica orgulloso que es un empresario y que cree en el crecimiento económico que genera un robusto sector privado en el que él mismo pudo hacerse millonario de la nada.
De algún modo la presencia y el mensaje de Rodolfo, es esperanzador, pues la gente más que igualdad busca prosperidad. La igualdad en la miseria, al estilo bolivariano, no ilusiona a nadie, pero que un hijo de campesinos como Hernández, solo a punta de estudio y trabajo, pueda decir tranquilo que hoy es un hombre exitoso con un patrimonio superior a cien millones de dólares, si causa individualmente un efecto esperanza que muchos no han calculado, pues significa que aunque sean limitadas, Colombia si es un país de oportunidades para quien trabaja, y la promesa del santandereano es, que de llegar a la presidencia, buscará que sean muchos quienes tengan esas oportunidades con facilidades para estudiar y emprender. Rodolfo no propone empleo estatal masivo ni asistencialismo económico al estilo Petro alcalde de Bogotá, sino la ilusión realizable -con él mismo como modelo- que cualquiera, con empeño y oportunidades reales, tenga en su vida la posibilidad de conseguir el éxito personal y volverse un Rodolfo Hernández…
La presidencia se definirá en las masas, y en quien inculque mejor su propuesta en los corazones de la mayoría. Todo va tomando forma, por ahora, en síntesis, la propuesta de los de la Esperanza es el centro. La de Zuluaga es seguridad y crecimiento. La del Equipo por Colombia es desarrollo. La de Petro es venganza, y la de Rodolfo esperanza.
@sergioaraujoc
