Un día mi amiga, triste me cuenta, que su mamá está en urgencias y los médicos no saben lo que tiene. Aunque no soy médico, es costumbre de muchos, preguntar los signos y síntomas, en nuestro afán de dar con una experiencia cercana, o buscar en google, en contra de lo recomendado, para tratar de dar una explicación, pero no hubo éxito. Días después me confirmaría que a su mamá la diagnosticaron depresión, y le dije con desparpajo, el que da la confianza pero también la ignorancia, “eso es falta de oficio”, ella que podía ser, ella pasa mucho tiempo sola en la casa.
Años después recuerdo empezar una carrera de autodestrucción; devoraba noticias de todo tipo, internacionales, nacionales, locales, pero también las locales donde nací y luego las locales donde estudié, y seguí con Twitter porque quería “mirar lo que estaba pasando en el mundo en este momento”; hasta que di con una artículo, se titulaba: Procrastinación, “el problema más grave de la educación y cómo vencerlo”. Y ahí estaba yo, quien era estudiante y profesor, viendo como una palabra describía en lo que se había convertido mi vida. Decía una violinista, si no ensayo un día, solo me doy cuenta yo, si no ensayo dos días, se da cuenta mi maestro y si no ensayo tres días, se da cuenta el público. Yo llevaba más de 3 días sin “ensayar”, estaba procrastinando “profesionalmente”.
Decidí buscar ayuda, se podría decir que llevaba un poco más de un año en esa situación, me evaluaron, me diagnosticaron, no entré en negación, pero me convencí que lo podía manejar. Me cuestionaba y castigaba ya que pensaba que se trataba de algo que le pasaba a los perdedores, a los incapaces, así que no volví. Un año más tarde cuando todo estaba a punto de colapsar, llegué a la consulta de medicina general de mi EPS, “motivo de consulta”, “me siento mal por dentro, conmigo mismo”, “¿hace cuánto?”, “hace más o menos dos años”, “por qué no vino antes, siéntese en la camilla”, antes de cualquier cosa caí en un llanto incontrolable que no recordaba desde la infancia, al final me dijo “usted necesita atención prioritaria, ¿le doy una incapacidad?” y yo le dije “no, porque en el papel se ve el diagnóstico y no quiero que nadie lo supiera”, tenía vergüenza.
Después de varios especialistas en psicología y psiquiatría, el diagnóstico no cambiaba, trastorno mixto de ansiedad y depresión; recordé lo que le dije a mi amiga sobre su mamá, lamentándome. Si, tenía miedo a enfrentar el mundo para el que me había preparado enfrentar y además no tenía deseos de hacerlo, Me dio la depre, aunque es una expresión que se escucha frecuentemente, entre los que la dicen, alguno tendrá depresión y no lo sabe o alguno tendrá tristeza y lo confundirá con depresión.
No todos los que procrastinan están enfermos. Pero si siente que tiene temor o falta de energía para hacer las tareas que usualmente hacía, o que disfrutaba y esto dura dos o mas semanas y está afectando como se relaciona con su entorno, busque ayuda. Si no le va bien con la primera persona, pruebe con la siguiente, tal vez la quinta le convence. A través del sistema de salud lo puede intentar aunque está la dificultad de la oportunidad de las citas; sin embargo en caso de tener ideas suicidas, no dude en ir a urgencias, lo deben atender y tenga a la mano las líneas de ayuda que están disponibles en www.minsalud.gov.co.
Al principio pensaba que era un débil, un incapaz. Después con el tratamiento, ya sintiéndome un poco mejor, tenía ímpetu para contarlo, no para dar lastima, ni manipular. Quería decirle al mundo que a cualquiera le puede pasar, como dice la Organización Panamericana de la Salud, la depresión ocupa el tercer lugar entre las enfermedades más comunes en la población, así que a usted le puede pasar o a alguien cercano a usted, volvámonos preguntones, preocupémonos por el otro, a veces un "¿todo esta bien?", puede cambiarlo todo.
