En Colombia está la segunda central de abastos más grande de América Latina, Corabastos, que bajo medidas de bioseguridad le cierra el cerco al coronavirus, que obligó a cambiar la forma de vida y modificó inesperadamente lugares y puestos de trabajo. Los mercados de abarrotes no fueron la excepción.
Con sus puertas abiertas los 365 días al año, en sus 57 gigantescas bodegas se encuentra de todo, frutas, verduras, hortalizas, granos, pescados, mariscos y alimentos procesados que llegan de todos los rincones del país.
Pero ahora esta central de víveres se enfrenta a uno de sus mayores desafíos de su historia, el coronavirus, la pandemia que afecta a todo el planeta entero.
Con desinfección de espacios abiertos y cerrados cada ocho horas, tomas de temperatura y pruebas testeo rápidas, estos comerciantes buscan convertirse en el mercado de abastecimiento alimentario más seguro de la región latinoamericana.
Estamos cumpliendo con todos los protocolos que nos está pidiendo salud pública, los alimentos ya vienen en bolsa listos para poderlos vender al consumidor. Ofrecemos economia, abastecimiento y donde surtimos a toda la seguridad alimentaria del país”, dijo Honorio Camelo, miembro de la junta directiva de Corabastos.
En Corabastos re reúnen siempre algo más de 6.000 comerciantes, además de los más 70.000 empleos directos e indirectos que genera esta gran despensa de alimentos, entre los que se encuentran productores, agricultores, transportadores, comercializadores y operadores logísticos, que hoy en una carrera contra el tiempo implementan medidas de bioseguridad a fin de evitar el contagio y la propagación de la COVID-19.
“Hacemos primero que todo la desinfección del local en las cortinas y en la entrada, luego nos tomamos la temperatura. Manejamos este protocolo completo, los productos llegan de los cultivos del campo, sellados, nosotros hacemos otra desinfección para que lleguen al consumo humano lo más limpio posible” señaló Henry Calderón, comerciante.
Con más de 5.300 locales comerciales, Corabastos busca seguir garantizando el abastecimiento de alimentos a la mayoría de regiones del país, que reciben de este centro de distribuciones todo lo que se produce en el territorio nacional.
El comprador común, el tendero, las grandes superficies, supermercados, restaurantes, cafeterías y hoteles. Son los usuarios y clientes de esta plaza de abastecimiento que desde hace décadas se ha convertido en una zona estratégica para la seguridad alimentaria de Bogotá y el país.
Cundinamarca, Boyacá, los Llanos Orientales, Tolima, los Santanderes, la región Caribe, el Eje Cafetero, Valle y Cauca. Y países como Ecuador, Perú, Chile, Argentina, México, Canadá, China y hasta Vietnam, son algunos de los lugares que esta plaza provee de víveres.
“Ha sido un poco difícil, es algo que nosotros no estábamos preparados, pero igual nos ha servido mucho para mejorar la calidad de vida, porque se cumple con unos protocolos de bioseguridad donde lo que se garantiza es hacer una buena trazabilidad en los productos que vienen del campo”, expresó Alexander Calderón, comerciante
Esta central de abastecimiento nacional cuenta con un equipo propio de dos epidemiólogos, una ambulancia, enfermeras y médicos con los que busca ser un referente en la región, en la implementación de protocolos de bioseguridad.