No esperemos a que el gobierno nacional, departamental, distrital o alguna autoridad tenga que hacernos el llamado de atención para cuidar nuestra propia salud y por consiguiente lo más valiososo: la vida. Es nosotros mismos que debemos tomar medidas ante la expansión excesiva del virus.
Acatar esta simple medida, de quedarnos en casa, es propio de la inteligencia de cada persona y de los valores forjados durante la crianza para valorar en realidad lo que se siente estar bien de salud, de no tener que acudir a un centro hospitalario o en lo peor de los casos, tener que acudir a respiradores artificiales.
Por esta razón, quedarse en casa es la mejor medida, no recibir visitas de amigos o familiares en su domicilio, no realizar fiestas o reuniones en su hogar y finalmente encomendarnos a Dios con mucha oración en el seno del hogar, porque muy pronto pasará a la historia esta problemática mundial.