No, por más de que me amenacen con que mi hijo perderá al año no lo enviaré al colegio. No puede ser la irresponsabilidad. Mientras el pico de la pandemia llega a Colombia y las cifras rozan los 2.000 infectados diarios, quieren que mi hijo de 9 años vaya al colegio a mezclarse con otros niños. No, no lo pienso hacer, no lo voy a hacer. Estamos dispuestos mi esposo y yo a no mandarlo a estudiar más. No nos interesa que se forme en un sistema donde lo que más importan son los negocios y no la humanidad de las personas.
Es que las medidas adoptadas por este gobierno encaminan, como siempre, a favorecer al gran empresario y perjudicar a la gente de a pie. Los colegios privados son enormes negocios en donde gente se vuelve millonaria sólo por intentar unos valores que van en contravía de los verdaderos preceptos morales bajo los que se debe regir un país.
No, no me interesa enviar a mi niño al colegio. Aún no sabemos nada del virus, no sabemos siquiera como actúa en los niños, un día dicen otra cosa y al otro lo cambian por completo. No creo, no tengo confianza y no cuenten con mi hijo para experimentar. Lo dejaré en la casa al cuidado de nuestro amor y bajo nuestros propios preceptos.
Si algo ha quedado desprestigiado durante la cuarentena ha sido la educación. Para contrarrestar la libertad que podíamos tener padres e hijos en esta cuarentena nos llenaron de reuniones por Zoom con el único fin de justificar la mensualidad que pagamos, unas millonadas para que nuestros hijos no descubran su vocación sino aprendan de la manera más infame como competir a como de lugar.
Así pierda el año señora ministra, pero es un riesgo mandar a los niños a clase. Póngale por favor humanidad al tema. Lo necesitamos.