La impresión que deja el Día sin Iva es que la prudencia y corresponsabilidad de los ciudadanos, junto con la eficiencia y control del Gobierno Nacional y los mandatarios locales, son asintomáticos. El comercio el gran ganador, la vida perdió.
Como ganado para arrear, así parecían muchos colombianos que ante la presencia de las cámaras se desbocaban, desde tempranas horas de la mañana, para la compra de sus artículos. Una jornada llena de fervoroso deseo de consumo, olvidando el más importante de los valores: la vida; incluso, no faltó quien el día de ayer saliera sin tapabocas o mascarilla, fuera porque estaba de afán o simplemente no es consciente de lo que implica una pandemia, y saliera a un desenfrenado frenesí de gasto, aún cuando se hacía imposible la garantía del distanciamiento social en las apabullantes filas y conglomerados de personas que buscaban ansiosos los atractivos descuentos que tuvo esta jornada.
Más allá de la responsabilidad individual y colectiva, que será proyectada luego de unos días con el aumento de contagiados, hay varios análisis que se pueden sacar como colorario del Día Sin IVA. El primero de ellos versa sobre el comportamiento del consumidor promedio en Colombia, el cual deja entredicho la prudencia financiera de los colombianos, así, el colombiano es un consumidor impulsivo y preferente del regateo y el descuento con una pírrica racionalización del gasto; es decir, ¿qué tan rentable es comprar un nuevo televisor de 60 pulgadas que se difiere a un plazo de 36 meses?
Malas noticias para quienes creyeron que así ahorrarían, porque lo que se ahorran en el IVA se lo darán a los bancos en tasas de interés. En un segundo plano, está la situación fiscal del país: Colombia es uno de los países con los IVA más altos del continente, y aún así, es incapaz de hacer un recaudo eficiente a un déficit que está destinado a crecer porque, como muchos recordarán, en días pasados fue decretado por el Gobierno la supresión de la Regla Fiscal, lo que le permitiría al Estado hacer muchos más prestamos y gastar sin límites. Por último, el gran perjuicio de sanidad que causó el atrevimiento del Gobierno: tras otras memorables "metida de pata" de nuestro mandatario, que parece no hacer uso de su sentido común para gobernar, es un hecho que esta jornada es un inescrupuloso intento de calmar los ánimos de los gremios empresariales, que duramente han sufrido los golpes de la pandemia.
Insisto, el día sin IVA no cumple ninguna función. Es imperativa una reforma estructural que elimine, o por lo menos reduzca, la escandalosa cifra del 19% para el consumo en Colombia. Así, también es necesario crear el estímulo al ahorro con unas instituciones financieras que no sean tan depredadoras como lo son las colombianas y augurar por atenuar las grandes dificultades que incumben al golpe que nos afectará a todos una vez esto acabe; pero mas importante aún, atesorar el valor de la vida.