La delegación diplomática de Colombia, presidida por el canciller Luis Gilberto Murillo, la embajadora en Austria, Laura Gil, y Felipe Tascón, director del Programa para la Sustitución de Cultivos Ilícitos, asumió desde un comienzo y sin ambages que asistían en representación de uno de los países de donde más cocaína se ha exportado al mundo durante los últimos treinta años.
Pero también el que más duro ha pagado por una inútil guerra contra las drogas con fumigación y persecución a los cultivadores de la hoja de coca. El mensaje era claro: había llegado la hora de cambiar.
Laura Gil, embajadora en Viena (sede de la oficina de Naciones Unidas contra las drogas) quiso incluso acentuar la nota vistiendo un traje cuyo material estaba estampado con hojas de coca. El atuendo pretendía hacer un reconocimiento a los emprendimientos que redefinen el rol de la hoja de coca en Colombia, en este caso mediante sus usos en tintorería natural.
Se logró un avance que es a todas luces histórico —y luego de más de medio siglo de establecerse la llamada ‘guerra contra las drogas’, impuesta a nivel mundial por el Gobierno de Richard Nixon—,la posición generalizada sobre cómo tratar el tema de las drogas ha empezado a resquebrajarse, y Colombia está siendo crucial en este nuevo capítulo.
En la reciente reunión de la Conferencia mundial sobre Drogas de las Naciones Unidas, celebrada en Viena (Austria), una coalición de 62 países liderada por Colombia logró lo impensable desde hace medio siglo: romper el "consenso de Viena" para hacer que la ONU reconozca que el tema del consumo de drogas debe ser tratado como un problema de salud pública, en el que los Estados deben prevenir para que no haya muertos ni daños a la salud de los consumidores.
Luego de años de discusiones estériles en las que poco o nada se avanzó (desde los primeros años de la década de los setenta, en que unánimemente la solución del problema de las drogas se planteó como prohibición, persecución y castigo) el nuevo paradigma cambia radicalmente el panorama.
Puntualmente, lo que se logró fue reconocer la disminución de daños como una política válida en la lucha contra las drogas y que se reconozcan los derechos humanos dentro de cualquier estrategia antidrogas.
En ese sentido, el logro colectivo mostró la siembra de menos de un año de trabajo de la embajadora Laura Gil, quien aterrizó en Austria tras su salida del viceministerio de Relaciones Exteriores en septiembre del año pasado.
Gil Lideró la discusión en mesas de trabajo, gestionando el acuerdo e impulsando la citada coalición que allana el camino para un nuevo enfoque global en la política de drogas. Esto abre la puerta a tratar el asunto como un tema de salud pública y no solo con criterio prohibicionista y persecutorio.
Según la Organización colombiana Échele Cabeza: "Desde la apertura de la CND67, con el discurso de manera virtual, hasta el cierre de votaciones, lideradas por Laura Gil, el papel de Colombia fue determinante para este logro". El canciller (e) Luis Gilberto Murillo estuvo presente mientras que la intervención del presidente fue virtual.
La voz de los cocaleros colombianos, su punto de vista, estuvo presente en Viena. Ya en la sesión del año pasado incluso había asistido una delegación de líderes cocaleros. El motilón Juan Titira del Catatumbo y Maydany Salcedo del Cauca intervinieron en la Asamblea aportando una visión que fue haciendo carrera hasta llegar al logro de este año.
En ese mismo sentido, intervino Felipe Tascón, director del Programa Nacional de Sustitución de cultivos (PNIS) que es de altísima prioridad en el gobierno Petro.
Son los sembradores de coca, al menos dos generaciones en distintas regiones de Colombia, quienes han cargado por décadas el peso de la persecución, bien con las fumigaciones áreas, pero también por tierra por parte de la policía antinarcóticos y las permanentes judicializaciones. Una realidad que en Colombia de hecho ha cambiado, pero están ahora enfrentados al desafío de la sustitución en escenarios sostenibles en el tiempo.
Petro aprovechó lo logrado, no solo como una victoria diplomática, sino que quiso recordar su política frente a la drogadicción cuando fue alcalde de Bogotá e intentó el polémico programa de centros de consumo controlado. Recalcó en su cuenta de X su visión frente al combate a la droga, que según él, el mundo ha empezado a acompañar.
Al final, la 'guerra contra las drogas' luego de su evidente fracaso, entra en un nuevo escenario. Las consecuencias de la resolución lograda por la coalición de los 62 países que quieren cambios en la política mundial antidroga empezarán a verse pronto. En el caso de Colombia —que ya tiene un rol protagónico no solo por liderar este cambio de paradigma, sino por ser el mayor productor de coca del mundo— los cambios son esperados.
Como se sabe, la sustitución de cultivos ilícitos es una apuesta medular del Gobierno Petro y lo logrado por la diplomacia colombiana en Naciones Unidas para empezar a hablar de consumo de drogas como problema de salud pública es un paso más para resolver el asunto con otros enfoques, luego de más de cincuenta años de cárceles llenas de vendedores y consumidores, con la producción por las nubes y con un fenómeno de consumo que sigue disparado; en últimas, medio siglo de una guerra perdida.
*Esta nota fue construida con información suministrada por la Dirección de Sustitución de Cultivos de Uso Ilícito (DSCI).
