A primera hora de este miércoles 7 de junio, cuando abrieron los correos públicos, los funcionarios del gobierno se encontraron con varias invitaciones a asistir a las marchas que serían lideradas por el presidente Gustavo Petro en persona. Quienes las redactaron tomaron precauciones: utilizaron formas sutiles de lenguaje, de manera que su tono no fuera el tono de una orden perentoria que los pudiera poner en aprietos con la Procuraduría.
“Hoy -rezaba una de las invitaciones- es un día muy importante para nuestro gobierno. Es por eso que les pedimos, con todo el cariño, que las personas que quieran acompañarnos en la marcha de apoyo a las reformas, nos veamos a las 10:30 a.m. en el edificio de Avianca”. El mensaje fue enviado desde una dependencia del Ministerio del Interior.
Desde otro despacho de gobierno se originó este: “Estimados y estimadas reciban un cordial saludo. Les hacemos extensiva la invitación a todas y todos para asistir de manera voluntaria y por convicción el día 7 de junio, a partir de las 9 am en la torre Colpatria, con el fin de apoyar las reformas sociales que promueve el Gobierno Nacional del presidente Gustavo Petro, así como para marchar por el cambio y por una justicia en Colombia, en contra de la impunidad”.
Este mensaje, enviado desde la Dirección General de la Unidad de Restitución de Tierras, incluyó por orden expresa de Gerardo Vega -cabeza de la entidad- la transcripción de un trino emitido por el presidente: “Estaré este día recorriendo las calles con la marcha. Invito a quienes votaron por el cambio y a quienes desean justicia en Colombia a marchar en todos los municipios. No solo por las reformas sino una gran marcha nacional contra la impunidad”.
Cuando decidieron atender la “invitación”, algunos voluntarios se ofrecieron para llevar unas pancartas inspiradas, paradójicamente en el ministerio de las TIC (antiguo ministerio de las Comunicaciones) que peligrosos e instigadores mensajes de odio contra los medios de comunicación. “Los trabajadores no conocíamos el poder silencioso, destructor, impredecible, perverso y satánico de los medios de comunicación: hacer sentir y creer a la clase trabajadora (sic), que es mejor ser esclavo, que un trabajador digno”.
La pancarta, inspirada en un despacho que debería estar al servicio de la defensa de la libertad de información, incluía los logos de varios canales de televisión y estación de radio, lo mismo que de la revista Semana, publicación que ha venido revelando los audios en los que el excongresista -y ahora exdiplomático- Armando Benedetti sugiere que la campaña Petro presidente fue financiada con dineros de oscura procedencia.
Una funcionaria del Ministerio de Hacienda dijo que fue chiflada y amenazada cuando sugirió llevar también alguna pancarta en la que se le reclamara al gobierno una explicación clara, directa y sin ambages sobre las denuncias de las que ha sido objeto desde el día en que se produjo la salida de sus cargos de Laura Sarabia -jefe de gabinete y mano derecha de Petro- y del propio Benedetti.
Después comenzó una marcha que el presidente quiso cargar de simbolismos. Por ejemplo, se mostró al lado de su vicepresidenta Francia Márquez, con lo cual buscaba a las claras acallar rumores sobre una posible división entre ambos. Sus posibles diferencias comenzaron a ser advertidas en el más reciente Consejo de Ministros, citado cuando los mensajes de voz de Benedetti, con sus amenazas a Sarabia y al propio Petro. Las imágenes captadas ese día muestran a los ministros cuando se ponen de pie y reciben con aplausos al presidente, mientras que la vicepresidenta permanecía sentada con los brazos cruzados.
La macha, inédita en la historia de los gobiernos en Colombia, buscaba cobrar la apariencia de una protesta callejera multitudinaria, pero sus protagonistas no pudieron ocultar su ánimo de retaliación contra los medios de comunicación, a los que el primer mandatario acusa de estar mintiendo, desinformando y siendo vehículos para un “golpe blando” en su contra.
La primera consecuencia de esa posición, que, para varios directores de medios y analistas, es no solo irresponsable sino muy riesgosa para La democracia se hizo sentir en los primeros minutos de la manifestación.
En trance de agitador de masas y de víctima, el presidente Petro pronunció públicamente esta frase que contenía ataques directos contra la revista Semana y contra la Fiscalía: “La revista ordena y el CTI obedece” El CTI es el cuerpo de policía judicial de la Fiscalía y tiene a cargo las pesquisas sobre las chuzadas telefónicas de las que han sido objeto la niñera de Laura Sarabia y su empleada de servicio, a las que la exasesora del gobierno responsabilizaba de haber robado la maleta repleta de dólares.
Las palabras del presidente fueron seguidas por una cadena de ataques e insultos a los medios que se tomó las redes sociales.
En las redacciones de los medios hubo orden de guardar compostura y serenidad y los reporteros fueron invitados a que se limitaran a informar. Sin embargo, algunos periodistas líderes de opinión le formularon llamados al presidente a la sensatez y a la responsabilidad como jefe de Estado, condición que a menudo él suele recordar.
Diana Saray Giraldo, exdirectora del periódico Vanguardia y actual colaboradora de Caracol Radio, publicó en sus redes: Presidente Petro, yo le pido de la mejor manera que le baje al tono de su discurso contra los medios. Estas pancartas se están viendo hoy. El nivel de agresión a los medios y a los periodistas sube y esto no va a terminar bien”.
Las agresiones a periodistas no se dieron solo en Bogotá. En otras ciudades tuvieron que hacer su trabajo en medio de funcionarios-manifestantes que les gritaban “vendidos” y los amenazaban con golpearlos si no se alejaban cuanto antes.
La periodista Ana María Londoño trinó: “De verdad que da mamera y miedo salir a trabajar con la única certeza de ganarse un insulto. El cambio comienza por respetar y entender el trabajo de los corresponsales en la ciudad”.
La Defensoría del Pueblo y la Policía fueron las únicas instituciones que intervinieron para calmar la situación y para prevenir que la llamada protesta terminara en una desgracia.
En Bogotá la mayor concentración se dio en la Plaza de Bolívar, mientras el Congreso -donde Petro ve debilitarse las mayorías- intentaba seguir con el trámite de la reforma a la salud.
No hubo signos visibles de espontaneidad en las marchas, nutridas para algunos y poco concurridas para otros. Todo transcurrió según lo planeado por el gobierno.
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