“En política y psicología, divide y vencerás o dividir para reinar (del griego: διαίρει καὶ βασίλευε, diaírei kaì basíleue) es ganar y mantener el poder mediante la ruptura de las concentraciones más grandes, en fracciones que tienen menos energía en su aislada individualidad”, describe Wikipedia.
Es precisamente ese el secreto del presidente de Colombia, Gustavo Petro, quien durante su vida política se ha caracterizado por la intriga y la polarización, con tal de sacar sus dividendos personales. Con la gravedad de que una cosa es lo que afirma en público y otra muy diferente es la que hace o determina realizar. Petro maneja un doble discurso de “revolucionario izquierdista”, pero sus actuaciones son propias de la derecha neoliberal.
Petro ha tenido claro que para llevar a cabo sus turbios propósitos personalistas necesita de bastiones que le ayuden a convocar a las masas, por eso hace especial énfasis en quienes dirigen a la población vulnerable: Los trabajadores, campesinos, líderes sociales y ancianos –o como despectivamente los llama: los viejos–. De esos bastiones, el que más fruto le da es el de los trabajadores, por eso ha dedicado años de su vida política a cooptar a su dirigencia, a los cuales los tiene “viviendo bueno” en las mieles burocráticas, desde expresidentes de Centrales Obreras hasta expresidentes y dirigentes de importantes sindicatos, incluida la “Ministra Obrera”.
Pero, además, a quienes no pueda cooptar, opta por destruirlos. Esa división de la dirigencia obrera quedó evidenciada en la última “jugada maestra” de Petro, cuando se apropió del Primero de Mayo, cooptando a algunos líderes sindicales. ¡Petro es responsable de dividir a la clase obrera!
Mientras tiene a algunos dirigentes sindicales “viviendo bueno”, Petro profundiza la aplicación de reformas que golpean a los trabajadores, acordadas con los Centros de Poder como el FMI, Banco Mundial y la OCDE, quienes son los que hacen cumplir las órdenes del capital transnacional.
Casos como: La regresiva reforma tributaria que encareció los artículos de primera necesidad, la pensional que aumentó las semanas cotizadas para obtener la mesada, amén de garantizarles las utilidades a los fondos privados, y el incremento de los precios de combustibles, mientras la dirigencia sindical hace de séquito de aplausos y a los que se resisten pues sencillamente trata de desaparecerlos del panorama laboral. Solo así se entiende la persecución en contra de los trabajadores del Ministerio del Trabajo, que tuvieron la “osadía” de declararle una huelga a Petro y a su “Ministra Obrera”.
Con razón estos trabajadores y valiosos dirigentes le exigen a los “modernos bonzos sindicales” que respeten y hagan que sus organizaciones sean autónomas e independientes. Diógenes Orjuela, expresidente de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), afirmó que el Gobierno de Gustavo Petro muestra una actitud antisindical que no se puede desconocer.
Hizo énfasis en el atrabiliario trato, sin antecedentes, a los trabajadores de MinTrabajo; el maltrato al Magisterio en su pésimo servicio de salud, el incumplimiento de sus acuerdos y el trámite de la Ley Estatutaria; el irrespeto a las reivindicaciones de los sindicatos de Colpensiones y Prosperidad Social; y la falta de atención y de negociación con los sindicatos de la Unidad Nacional de Protección, entre otros. El Gobierno del Cambio, con algunos pequeños matices, es más de lo mismo. ¡Autonomía e independencia es la consigna de la clase obrera!
