En la noche del jueves, un día antes del concierto de Foo Figthers en el Stereo Picnic, a las afueras de Bogotá, la banda descansaba en el lujoso hotel Casa Medina, de propiedad de la familia Gilinski. Todos estaban en sus habitaciones, a muy pocos se les vio por los pasillos del hotel.
Taylor, el huésped de la 307, estaba enrumbado en su lujosa habitación. El examen toxicológico que le hicieron a su cadáver en Medicina Legal reportó 10 sustancia psicoactivas, marihuana era la menos pesada del coctel que invadía su sangre.
Una fuente judicial, que le reservamos el nombre, le contó a Las2Orillas que sobre las siete de la noche el conmutador de la recepción mostraba que el huésped de la 307 estaba llamando. En un inglés atropellado por la ebriedad Taylor pidió el servicio a la habitación. Una de las camareras del hotel que estaba de turno esa noche fue quién atendió al llamado del artista estadounidense.
Taylor estaba solo. Estaba descalzo. Solo vestía una pantaloneta. En la habitación había un par de botellas de vodka y más de diez latas de cerveza. Taylor tenía la mirada perdida, pero estaba consciente de lo que necesitaba. Su habla era de un hombre borracho. También era evidente su estado de drogadicción, así lo dijo en la mañana del sábado a la Fiscalía la camarera, quien, según la fuente, fue la última persona que vio con vida al baterista. Cuando fue hallado muerto en la mesa había cocaína.
Hawkins había llamado a la recepción para pedir ayuda con la programación de su televisor. Quería que le pusieran Netflix en idioma inglés. La mujer no se demoró más de diez minutos en la ruidosa habitación 307. El televisor y el equipo de sonido quedaron encendidos. Antes de que la empleada saliera de la habitación Taylor le dio cien dólares como propina y tras una despedida cordial la camarera cerró la puerta de la habitación 307, la cual se volvió a abrir al día siguiente, sobre las cuatro de la tarde, cuando los representantes de la banda inútilmente llamaron y luego golpearon la puerta del cuarto del baterista a donde lo encontraron semidesnudo y tirado en el suelo.
En un principio todos creyeron que Taylor estaba durmiendo la borrachera. Lo tocaron y estaba frío. A las 4:30 de la tarde de aquel viernes llegaron los paramédicos que atendieron la llamada de emergencia y confirmaron la muerte del baterista de Foo Figthers, Taylor Hawkins, de 50 años, quien al parecer murió solo unas horas después de que fuera atendido por la camarera del hotel, quien, como todos los empleados del hotel, entregó su triste declaración.