Todos recordamos al famoso ‘profesor jirafales’, el maestro de las infancias de muchos que se robó el corazón de ‘doña Florinda’. Sin embargo, toda esa fama y amor no le bastaron para ser feliz. Su vida se tornó un infierno y nadie quiso rescatarlo. Hasta diciembre del 2007, vivía de la actuación. Su fortuna era bastante amplia, él y su esposa estaban acomodados y felices, pero todo se derrumbó. Así fue el final de la vida de Rubén Aguirre.
Antes de entrar al famoso programa mexiacno, Rubén tenía una vivía completamente alejado de la actuación. Estudió y se graduó como ingeniero agrónomo de la Escuela Superior de Agricultura Hermanos Escobar en Chihuahua, México. Sin embargo, tiempo después Aguirre comenzó a trabajar en Televisa, era un alto ejecutivo de la cadena mexicana y su trabajo consistía en captar nuevos talentos. Ahí fue que conoció a Roberto Gómez Bolaños, Chespirito, y fue el propio Rubén quien convenció a las autoridades del canal para que le dieran lugar a ese peculiar humorista.
Años más tarde su decisión fue un éxito, aún más porque participó en ella. La actuación le regaló un nuevo camino. Después de interpretar a su famoso personaje en el ‘Chavo del 8’, pudo montar un circo bastante exitoso en Argentina, con el que recorría el país para entretener a cientos de personas y protagonizar diversos seriados de televisión. Pero una tarde de ese diciembre, un accidente de tránsito cambió su vida por completo.
Después de un dolor punzante que sentía en el muslo y era producto de la fractura que había sufrido en el fémur, su esposa Consuelo Reyes, que viajaba con él ese día, estaba muy herida. Los trasladaron de emergencia a un centro hospitalario y Aguirre fue dado de alta a los pocos días, pero Consuelo no tuvo tanta suerte: su pierna había sido apuntada por las múltiples fracturas que sufrió.
Tras las cuentas del hospital y el costo de las rehabilitaciones de sus esposa, su hija Verónica, explicó que su padre se percató que quedaría en la quiebra y la mala noticia es que así fue. Su diabetes y problemas de espalda se agudizaron después de la tragedia y empezó a enfermarse rápidamente. A sus 75 años su panorama era muy oscuro y la situación no mejoró, todo lo contrario.
Ocho años después había perdido la movilidad en las piernas y, reducido a una silla de ruedas. Con las amenazas que su vesícula se le estallara, nunca pudo conseguir el dinero para la operación y no muchos lo ayudaron, a pesar de que ‘El chavo del ocho’ ha sido doblada a cincuenta idiomas y en China los niños repiten sonrientes su onomatopéyico regaño de ‘¡Ta-Ta-Ta!’. Los últimos días de este actor empírico fueron bastante duros.
Después de usted, su autobiografía publicada en noviembre del 2014, en donde cuenta las razones de su distanciamiento con María Antonieta de las Nieves y Carlos Villagrán, no fue un éxito en ventas. Su hija pidió ayuda en muchas ocasiones y aunque la recibieron no era lo suficiente pues la familia estuvo en la ruina durante varios años.
Debido a estos padecimientos, el 17 de junio de 2016, Rubén Aguirre falleció a los 82 años de edad en Puerto Vallarta, Jalisco. Y según algunos medios, dejó una deuda de 5.000 mil dólares y una demanda archivada. Su esposa Consuelo, murió dos años después. Un trágico final para alguien que le dio tanta felicidad y sonrisas al mundo.
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