En enero o febrero de 2021, me encontré a Catalina García de Monsieur Periné en un puestito de tacos en Miami. Yo acaba de cerrar un restaurante y como muchos colombianos estaba rebuscándomela en la USA, con un libro que había editado meses antes del encierro y pensando cómo carajos iba a reinventarme en un mundo que puso de moda la falta de empatía. Para colmo, en medio de uno de esos días en que todo sale mal.
Esa noche nos dimos un abrazo y comenzamos a charlar… y vaya que yo necesitaba ese momento. Porque aunque con Madame Periné no somos precisamente amigos, sí nos tenemos aprecio y ella ha hecho cosas hermosas por mí que le agradeceré toda la vida; por ejemplo, regalarle mi primer libro al bajista de una de las bandas más importantes de la historia del rock latino.
Además, con los años he tenido la fortuna de escuchar sus anécdotas, sus visiones de la industria de la música; en fin... de aprender de ella.
Cuento esta anécdota porque en ese momento Monsieur Periné recién estaba comenzando a crear su último disco Bolero apocalíptico y recuerdo la emoción con la que ella hablaba entonces de las canciones que había creado mientras pasaba la cuarentena en una finca en el Quindío, pero también la claridad con la que explicaba que –en tiempos en que muchos empresarios creen que lo ideal es lanzar un disco por año y una canción por mes– su cuarto trabajo saldría en el momento adecuado.
Bolero apocalíptico salió a fines de abril de 2023 y bien podría considerarse el mejor disco de toda su carrera. No sólo porque todos esos ensayos y esas muy extensas giras le han dado a Monsieur Periné una notable calidad a su sonido que muchos de sus acérrimos críticos no tendrán en toda su vida, sino porque en él consiguieron amalgamar la sinceridad que han flameado como innegociable bandera desde sus inicios, en un álbum que combina las tendencias del pop y del pop urbano moderno.
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Así fue el show de Monsieur Periné en el Royal Center
Diez o quince músicos en tarima, entre ellos la big band, conformada por mujeres, que los acompañaba y ahí estaba Catalina espléndida como siempre. Esto podría sonar a cliché, si no fuera porque cualquier persona que conozca a Monsieur Periné desde hace años, sabe que han convertido a su vestuario en un integrante más de la banda. La Madame, por ejemplo, cargaba un aparatoso vestido blanco, como los que se usaban en el siglo XVII o XVIII.
Con el Royal Center a reventar, el concierto arrancó con “Prométeme”, que tiene en su coro una letra que bien podría ser la de un reggaetón y que podría interpretarse como una declaración de principios. Porque de la misma manera que Alanis Morissette cantó alguna vez una canción sobre nalgas, pero con su estilo, para cuestionar el rumbo de la música moderna; Catalina repite una y otra vez “Promete, mete, melo ya”, pero en medio de un bolero que también carga con frases como: “triunfará el amor en medio de este infierno, poniendo alas en donde hay cuernos”.
La primera parte del show estuvo dividida entre canciones de su nuevo disco como "Volverte a ver", "Nada" o "Mundo paralelo". Un reggaetón animalista (aclaro que Catalina no está de acuerdo con que se califique la canción de esta manera) que rápidamente se convirtió entre las favoritas del público... y en vivo se nota. Pero también clásicos de su álbum debut como "Suin romanticón" o "Sabor a mi", del mexicano Álvaro Carrillo.
Comienzan a aparecer los invitados y un artista emergente, cada vez más sonado entre los jóvenes bogotanos, llamado Duplat, es el primero en apersonarse de la tarima. Tiene una tarea difícil, "suplantar" a Leonel García (de Sin Bandera), quien es el invitado original en "La sombra"; pero la versión les queda preciosa.
Luego es Catalina quien descansa (o más bien aprovecha para hacer uno de sus tantos cambios de vestuario) y Santiago Prieto aprovecha el escenario para interpretar "Me vas a hacer falta".
En "Mala yerba", una canción que encarna empoderamiento femenino, que cuestiona el qué dirán y el machismo, Catalina muestra sus pasos más sensuales; quizás como si mostrar esa soltura fuera más una decisión política que un ingrediente coreográfico. Algo parecido pasa con la funky "Onda sensual" y, naturalmente, con su himno de lucha "Cumbia valiente".
En este momento de la noche Catalina aprovecha para llamar a la artista urbana venezolana Irepelusa y demostrar que la frase "tanto nos quitaron, que nos quitaron el miedo", quizás la mas icónica del Paro Nacional, no tiene bandera política. Es el momento de luchar por Venezuela, le aclara la Madame a su invitada, quien aunque acaba de hacer una extensa gira por España, se le nota un poco tímida. Probablemente por una cuestión de admiración.
Es momento de que el público elija una canción para que ellos hagan de forma acústica y por fortuna se deciden por mi favorita del primer disco, "Huracán"; a continuación entra Juan Pablo Vega para "Nada personal" y luego cierran esta etapa más introspectiva con "Mi libertad". El público, que ha gritado casi todas las canciones desde que comenzó el show, se pone aún más efusivo. Ellos también saben que la voz de Catalina sana y que esta noche la mejor forma de sanar también es imitándola.
En medio de esa hermandad latinoamericana, y en particular con el pueblo venezolano, que siempre han profesado –por ejemplo, hace años Madame Periné y uno de los músicos de Los Amigos Invisibles grabaron una versión excepcional de un tema de Shakira–, invitan a los Rawayana, quienes aunque no están presentes, introducen "Hora loca" con un video grabado. A continuación aparece el cubano Cimafunk para interpretar "Catalina".
El cierre tiene puros clásicos, "La muerte", "Nuestra canción" y "Bailar contigo", con guiño a la versión guaracha que lanzaron en 2019 con un DJ de Nariño llamado Leeb, quien saltó al estrellato mundial por versionar un clásico de Leonardo Favio.
Porque esta fiesta no hay prejuicios musicales y si lo del momento es hacer música de moda y cantar letras sexuales, entendiendo que no hay nada de escandaloso en ello, Monsieur Periné también puede medírsele; coqueteando a ratos con estas músicas de tendencia. Pero estas canciones tendrán tener la convicción de ser himnos para cantar a pulmón y, ojalá, clásicos de la música latina.
*Las fotografías son colaboración de Sebastián Galarza: @js.galarza.