Más de 150.000 personas se despiertan hoy lejos de sus casas en Líbano tras la sangrienta jornada de este lunes. Israel reconoce haber bombardeado hasta 1.600 posiciones de Hezbolá, algo que no podemos confirmar. Por su parte el ministerio de Sanidad del Líbano habla de alrededor de 500 víctimas mortales y más de 1.500 heridos.
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La sociedad civil libanesa ha quedado impactada tras lo ocurrido y eso se nota en la calle, donde la gente circula con caras largas, mirando sus teléfonos móviles o escuchando la radio, siempre vinculados a la última hora.
“Todo el mundo está mal, nadie está contento con lo que está pasando. En el Líbano esperamos que pase cualquier cosa en cualquier momento, estamos acostumbrados. Somos supervivientes”, dice Ahmed, un taxista en Dequane.
Mientras tanto, Hezbolá lanzó el lunes más de 100 proyectiles contra Israel, que se adentraron en el territorio israelí, incluidos los alrededores de la ciudad septentrional de Haifa y partes de Cisjordania. La mayoría de los misiles fueron interceptados, pero dos personas resultaron heridas leves por la caída de metralla en el norte de Israel, indicó el ejército israelí.
Ya impotente para silenciar las armas en Gaza, la ofensiva israelí en el sur de Líbano en plena Asamblea General es un nuevo golpe.
El secretario general de la ONU, António Guterres, se declaró "gravemente alarmado" por el desplazamiento de la atención de Gaza al Líbano, y el jefe de la diplomacia de la Unión Europea, Josep Borrell, advirtió de que la humanidad está "al borde de una guerra total".
Tras pedir el viernes una reunión del Consejo de Seguridad sobre Gaza, los aliados de Líbano van un paso más allá. Egipto pide a las potencias internacionales que “intervengan inmediatamente”. Irak quiere una “reunión urgente” de los países árabes al margen de la Asamblea General de la ONU para “detener a Israel” y Jordania advierte del riesgo de una “guerra regional global”. Estas iniciativas no han tenido ningún efecto sobre el Primer Ministro israelí. En cualquier caso, Benjamin Netanyahu podría cancelar su visita a la ONU.
Una situación fuera de control y una extensión del conflicto entre Israel y las milicias apoyadas por Irán es, en cualquier caso, exactamente lo que Estados Unidos quería evitar. Desde la explosión de los bíperes de Hezbolá, las autoridades norteamericanas instan a la moderación y afirman estar en contacto permanente con sus homólogos, en particular con los israelíes. Al recibir el lunes en la Casa Blanca al líder de Emiratos Árabes Unidos, y antes de partir hacia su última Asamblea General en las Naciones Unidas, el Presidente Joe Biden no dejó de repetirlo.
Biden trabaja en la “desescalada”
“He estado al corriente de los últimos acontecimientos entre Israel y Líbano. Los miembros de mi equipo están en contacto permanente con sus homólogos y estamos trabajando para desescalar la situación de modo que la gente pueda regresar a sus hogares en condiciones de seguridad”, declaró.
En el frente militar, el Pentágono ha anunciado el refuerzo de la presencia estadounidense en la región. “Dada la creciente tensión en Oriente Próximo, y como medida de precaución, estamos enviando un pequeño número de militares estadounidenses adicionales para reforzar nuestras fuerzas ya presentes en la región”, explicó el portavoz de Defensa. Estos soldados, que se cuentan por decenas, tendrán la misión de ayudar a asegurar a las tropas que ya están sobre el terreno. Hay unos 40.000 militares estadounidenses presentes en varios países de Oriente Próximo.
Los aliados de Hezbolá condenan la “bárbara agresión”
Por su parte, los aliados de Hezbolá condenaron unánimemente la mayor ofensiva israelí en suelo libanés desde la guerra entre ambos bandos en 2006, “una agresión bárbara a gran escala”, que Hamás calificó de crimen de guerra. Como era de esperar, el movimiento islamista palestino declaró su apoyo a su aliado. Hezbolá lanzó cohetes hacia el norte de Israel al día siguiente del 7 de octubre, y la milicia chiita ha prometido seguir disparándolos contra territorio israelí hasta que “termine la agresión en Gaza”.
Irán, principal valedor del Hezbolá libanés, ha acusado al Estado judío, por boca de su presidente, de querer “ampliar el conflicto” en Oriente Próximo. Con la intensificación de los bombardeos en el sur y el este de Líbano, el riesgo de una conflagración regional está en el centro del discurso de Teherán. El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores iraní advirtió de las “peligrosas consecuencias” de los ataques israelíes.
En Irak, el gran ayatolá Ali Sistani, máxima autoridad religiosa de los millones de chiitas iraquíes, pidió que se hicieran todos los esfuerzos posibles para detener la “bárbara agresión”, pero también para proteger al pueblo libanés.