Así fue como un rockero llamado Juanes demostró que los éxitos mundiales también pueden ser en español

Así fue como un rockero llamado Juanes demostró que los éxitos mundiales también pueden ser en español

“La camisa negra” fue número uno en países alrededor del mundo, mucho antes de que J Balvin, Maluma, Vives o Shakira entendieran el impacto de cantar en su idioma

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mayo 24, 2024
Así fue como un rockero llamado Juanes demostró que los éxitos mundiales también pueden ser en español

A mediados de los años 2000, mientras Juanes promocionaba su disco Mi sangre, que contenía su exitosa y musicalmente revolucionaria “La camisa negra”, también se presentaba en los premios MTV con una camiseta del mismo color que tenía la ahora legendaria frase: Se habla español

Juan Esteban Aristizábal estaba en uno de los mejores momentos artísticos de su vida. En su disco anterior había brillado con colaboraciones con estrellas pop como Nelly Furtado (“Fotografía”) o The Black Eyed Peas (“La paga remix”) y, de a poco, estaba logrando que la industria de la música mundial se fijara en él, un artista latino que –hasta ese momento– jamás había cantado en inglés. Mi sangre no tenía ni una sola voz invitada, pero tampoco las necesitaba. 

Curiosamente “La camisa negra”, una divertida composición sobre la disfunción eréctil, hecha en un estilo muy paisa conocido como la trova colombiana y que había sido compuesta por Juanes con la leyenda de la música popular Octavio Mesa, se estaba convirtiendo en uno de los mayores éxitos de toda su carrera. La canción la rompía incluso en Europa y era número uno en países como España, Francia, Austria, Dinamarca y Suiza; así como en diversas regiones de América Latina. 

De acuerdo a lo que explica Diego Londoño, biógrafo oficial del artista y autor de su libro Juanes: 1.577.836.800 segundos; el paisa cantaba en español, porque inicialmente no hablaba inglés. 

Pero a medida que comenzó a cautivar al público latino de Estados Unidos y entendió que no necesitaba traducir sus emociones para llegar a otros públicos; apostarle a su idioma se convirtió en una pulsión natural, en la esencia de todo lo que quería ser. 

Mucho antes de que el reggaetón consolidara el poder de los latinos en la industria de la música mundial, Juanes ya tenía la fórmula para que canciones como “La paga”, “Fotografía” o “La camisa negra” fueran éxitos globales. 

Es cierto que eran los tiempos en que se estrenaba la “Gasolina” de Daddy Yankee, pero también la época en que el máximo líder de la música urbana no tenía la más mínima idea del impacto que el reggaetón alcanzaría en los próximos años. 

Diego Londoño lo resume de una manera bastante precisa: “Él agarró el machete y abrió camino, ahí otros pudieron pasar de una manera más tranquila”. Probablemente pensando en J Balvin, en Maluma y quizás hasta en Shakira, que en esa época hacía un mismo éxito tanto en español, como con traducción al inglés. 

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Se habla español

La necesidad de Juanes de mantenerse fiel a su consigna “Se habla español” ha sido tan grande, que el paisa siempre va a cantar en nuestro idioma. Sin importar que se trate de grabar una canción con el icónico baladista Tony Bennett (“The shadow of your smile”), de un rehacer un clásico de Bruce Springsteen (“Dancing in the dark”) o de componer un tema que su amiga Nelly Furtado quiere dirigir al público estadounidense (“Te busqué”).

Las composiciones que Juanes ha grabado en inglés caben en los dedos de una mano: Una canción que quiso hacer hace años llamada “Goodbye for now”, un cover de “Enter sandman” para un tributo al álbum negro de Metallica, una versión del clásico “Could you be loved” de Bob Marley para su colección de éxitos de otros artistas llamado Origen y, quizás, alguna otra que en este momento se me escape del radar. 

Para Londoño, en los arreglos sonoros de las canciones de Juanes están contenidas cada una de sus raíces; tanto la música que lo ha influenciado a él, como la que ha heredado de compartir con sus padres. 

Es probable que esa sea la razón por la que lo hemos visto interpretar también canciones de Joe Arroyo, Diomedes Díaz, Julio Jaramillo o con colaboraciones con artistas como Pablo Milanés, Los Ángeles Negros, Raphael, Santana o Juan Gabriel. 

El rockero de Medellín que se ganó el respeto de Metallica y The Rolling Stones

Aunque su música no sólo contiene sus reminiscencias sonoras, sino también sus ideales; porque desde la época de Ekhymosis, Juanes le canta a la paz, a la diversidad, al amor. Y esa es una característica que todavía se mantiene. 

Es más, una de mis primeras referencias para entender, a la vez, lo bella y lo brutal que puede llegar a ser la realidad colombiana; la tuve cuando con 13 años, una profesora nos puso a cantar: “No, a la guerra de la raza, somos hermanos bajen las armas; queremos paz, queremos más que un río de sangre en tu piel”. Tal vez su música no será la más transgresora, pero sí es profundamente política. 

Política –más no partidaria–, que es lo que muchos le exigen al rock. Un género difícil de catalogar, porque el público lo intenta definir más a través de la negación del trabajo de los artistas (“¡eso no es rock!”) que de la inclusión o desde un análisis que ayude a comprender la importancia de las acciones. 

Juanes ha difundido un mensaje, ha grabado con grandes íconos del género y organizado conciertos en torno a sus ideales de paz. Eso es más de lo que muchas agrupaciones de rock han hecho a lo largo de sus carreras.

Así que es probable que esta postura tan genuina sea la que haya hecho que Metallica, su banda favorita, lo mire con respeto y hasta la razón por la que se hayan emocionado viéndolo tocar “Seek and destroy” en un Rock Al Parque. Que ellos le tengan tanto respeto, como para ser considerado en un disco homenaje llamado The Metallica Blacklist, con artistas de todo el mundo como J Balvin, Miley Cyrus, Chad Smith de Red Hot Chili Peppers, Elton John o Mon Laferte.

También que esta sea la fórmula, para que íconos como The Rolling Stones que están cero preocupados por hacer colaboraciones o por el impacto numérico que tengan sus canciones en YouTube o Spotify, puedan estar enterados de su importancia en la música latina y por eso lo invitaran a tocar “Beast of burden”, durante la única presentación en Colombia que han hecho en toda su historia. 

La fórmula para llenar coliseos como el Movistar Arena, luego de 25 años de carrera

La gira Juan Es Colombia, es el mismo Vida Cotidiana Tour que el artista está presentando en Estados Unidos o – por lo menos– tiene las mismas canciones. Es decir, el nuevo álbum de Juanes es la columna vertebral de este tour que está presentando en el Movistar Arena y probablemente sea por esa razón que todos los shows que el paisa están presentando en el país estén comenzando con una canción del disco llamada “Gris”. 

Lo que tiene sentido, porque el disco Vida Cotidiana se siente como el gran proyecto de vida que Juanes habría querido hacer después de crear Loco de amor –recordado por su éxito “Una flor”–, si no hubiera decidido probar suerte con los productores de J Balvin y con artistas como Sebastián Yatra, Lalo Ebratt o Kali Uchis. 

Así que un concierto de esta gira se siente como un recuento de la vida de Juanes, donde todas las canciones compaginan como si fueran parte de un mismo álbum; pero de fotografías, de instantes de la vida del artista. En las pantallas veremos oscuridad y luces, de todos los colores y el, ahora, señor Aristizábal aparecerá en medio de ellas, como si no estuviéramos viendo un concierto sino una gran metáfora de su existencia.

Juanes podría controlar a cada uno de los asistentes con la punta de cualquiera de sus dedos y este detalle es evidente en los gritos del público durante “Mala gente” o “Nada valgo sin tu amor”. Una de las canciones más rockeras de su repertorio, que incluso parecía demasiado “fuerte” para las radios convencionales en la época de su lanzamiento y de la que, evidentemente, sus admiradores se gritan cada palabra. 

Las baladas no faltan y así es como van sonando “Volverte a ver” y “Fotografía”, donde la voz de Nelly Furtado la reemplaza la emergente Antonia Jones. Una artista estadounidense de ascendencia colombiana, quien fue la encargada de abrir el show de la noche y es también la primera cantante firmada por One-S Music, el sello que el paisa creó para promocionar talentos emergentes. 

El espectáculo vuelve a su faceta más bailable con el bajo funky de "Es tarde" y con un pop-rock parchadito llamado "Ojalá", que trabajó para su disco Vida Cotidiana con Guillermo Vadalá, quien es un bajista que trabajó en varios álbumes clásicos de Fito Páez.

“Para tu amor” llega con Juanes cantando en medio del público, en el momento más selfie de la noche, que da paso a canciones supuestamente más urbanas como “La plata” o “Bonita”. Composiciones pertenecientes a la breve época “reggaetonera” del artista, pero en las que ahora el pop urbano desaparece –casi– por completo. 

En la primera el dembow ha sido reemplazado por arreglitos de guitarra y bajo, mientras que en la segunda el tumpa-tumpa tan característico del reggaetón es interpretado con contundentes sonidos de batería.

Además que estas canciones experreables, que ahora tienen a la guitarra y a la batería como protagonistas, sirven como antesala para el momento Ekhymosis de la noche: “Sin rencores”, “De madrugada” y “Solo”, que los millenials gritan –gritamos– como si fuera la canción más importante de la noche. 

“La paga” y “La camisa negra” son las composiciones mellizas de la discografía del paisa, así que el que Juanes las interprete seguidas y en orden cronológico es otro de los aciertos de la noche. 

El cierre de la primera parte del show llega con “A Dios le pido”, mientras Juanes canta “que si me muero sea de amor y si me enamoro sea de vos” y un canto al amor libre, con los colores del arcoíris, que va pintando cada uno de los rincones del Movistar Arena. 

La ñapa del concierto comienza con “Querida” de Juan Gabriel y con un inesperado homenaje a Omar Geles con “Los caminos de la vida”, que seguramente tuvieron que montar en sólo dos días, por la repentina muerte del célebre compositor de este tema. Carlos Vives lo acompaña, se confunde un poco con la letra. Un pequeño pequeño campeón vallenato llamado John Emiliano Ólmos toca el acordeón.

Momento Vives con “La gota fría” y con “La tierra”, aquella composición tan maravillosa que hasta el maestro del jazz Herbie Hancock incluyó en uno de sus discos. Cierre, ahora sí definitivo, con “Me enamora”, “La luz”, una improvisación de “Luna” y un cover de Héctor Lavoe. 

El concierto termina y es fácil concluir que si resultara cierta esa teoría de que el concierto recorrió cada una de las etapas de Juan Esteban Aristizábal –como persona y como artista–, entonces esa sería la razón por la que sus fanáticos, sin importar que él les interprete un clásico del rock, un pop de sus mejores épocas o un reggaetón, ya no lo van a querer soltar... por esta noche o por el resto de sus vidas.  

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