Así fue como Chabuco puso el vallenato en los teatros más exclusivos de América y Europa

Así fue como Chabuco puso el vallenato en los teatros más exclusivos de América y Europa

En sus canciones aparecen músicos como Fonseca y Alejandro Sanz, pero ahora lanzará un disco de tangos juntando a Carlos Gardel con Jorge Oñate e Iván Villazón

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abril 12, 2024
Así fue como Chabuco puso el vallenato en los teatros más exclusivos de América y Europa

Hay artistas que interpretan vallenatos y hay otros como Chabuco, que lo exploran, lo estudian y lo prueban como si fuera el café de ollita que los campesinos toman en sus mañanas. Para que cuando uno los escuche, sienta que cada momento durante el proceso de creación de una canción ellos estuvieron preguntándose una y otra vez: ¿Por qué no? 

Parece que esta es la inquietud que ha acompañado a José Darío Martínez (nombre real del artista) a lo largo de sus siete álbumes de estudio y, en particular, en su primer disco Morirme de amor, que no sólo tenía vallenatos, sino salsas y boleros. 

Con su siguiente trabajo discográfico llamado Clásicos Café la bolsa se metió de lleno en el jazz y, aunque siguió experimentando con el vallenato y haciendo nuevas versiones de clásicos, como “Nido de amor” de Jorge Oñate y “Así fue mi querer” de Los Hermanos Zuleta, comenzó a prescindir del acordeón para así encontrar nuevas sonoridades. 

A Los Hermanos Zuleta los conoce bien. Su padre –el recordado guitarrista Hugues Martínez Sarmiento (falleció en 2018)–, acompañó a la agrupación durante varios años y, Chabuco, desde muy pequeño escuchó vallenato como espectador, voluntario e involuntario a la vez, de las parrandas de su padre. 

En realidad, su padre, quien fue un legendario guitarrista vallenato, escuchaba a muchos cantantes. Como la intérprete peruana de valses Chabuca Granda, quien terminaría compartiendo con su hijo Chabuco –sin saberlo– su nombre de artista. 

Fue por ese apetito musical tan diverso heredado del gran Hugues Martínez, que sintió esa pulsión por descubrir más y componer sin ataduras. “Me dieron las ganas de tener mi propio camino y eso fue lo que quise, resaltar la letra vallenata como poesía latinoamericana vistiendo la música que más me gustaba, fuera el bolero, fuera el jazz, fuera el bossanova”, nos explica en entrevista con Las2orillas.  

Como resultado, Chabuco no sólo se ha nutrido de nuevos géneros para que su apuesta por explorar e internacionalizar el vallenato sea exitosa, sino que también se ha hecho de grandes amigos en el proceso. 

Por ejemplo, su última gira en España ha tenido invitados como Antonio Carmona, Mijares, Pedro Guerra, Sole Giménez; quien en los últimos años también se ha destacado por sus exploraciones con bossanova, jazz y pop. 

Dato de color: la intérprete hace una preciosa versión de “A Dios le pido” de Juanes, que les dejaré por acá.

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Tres grandes apuestas discográficas de Chabuco

En los últimos años, Chabuco se convirtió en un cantautor de culto para la música latina. No sólo ha recorrido el continente con sus canciones, sino que grabó con grandes referentes del pop como Alejandro Sanz, Carlos Vives, Vicente García o Sole Giménez (excantante de la agrupación pop noventera Presuntos Implicados) y, por supuesto, Antonio Carmona.

En 2013, con este último compuso De ida y vuelta, un disco que marcó un antes y un después en la trayectoria de Chabuco –o por lo menos en su primera etapa– y que tuvo una versión exclusiva que se regaló con el diario El Tiempo y con el patrocinio del Grupo Árgos. Lo que ayudó a que en aquellos hogares colombianos, donde aún no lo conocían, comenzaran a preguntarse quién era este “misterioso” artista. 

Antonio Carmona es uno de los cantautores más respetados de España, fue integrante de la agrupación de flamenco-pop Ketama y ha grabado éxitos con artistas de la talla de Alejandro Sanz, Rosario, Nelly Furtado o Bacilos. De ida y vuelta nació en medio de un proceso compositivo en el que, según confiesa Chabuco, se le quedó al músico andaluz viviendo en su casa. Durante cuatro meses.

Cinco años más tarde estaba haciendo un álbum inspirado en sonidos del Brasil, como la samba o el bossanova y un día, mientras intentaba transformar un vallenato popularizado por Jorge Oñate, se le ocurrió llamar a Alejandro Sanz. La versión de “Ausencia” que ambos hicieron para ese disco es perfecta, por lo menos para quienes admiramos su manera de concebir las canciones y el arte.

En este álbum llamado Encuentro hay versiones muy bien logradas de “Amor sensible”, que también fue popularizada por Jorge Oñate y Carlos Vives (aunque fue compuesta por Fredy Molina) o “El almirante Padilla”, cantada por Poncho Zuleta y creada por Rafael Escalona.

Exceptuando su producción en vivo en el Teatro Colón de Bogotá, que podría funcionar como la materialización de una colección con sus mayores éxitos y es uno de sus trabajos que ha sido nominado al Latin Grammy, también podría decirse que el otro disco que ha sido fundamental para apuntalar la fama de José Darío Martínez es Chabuco en la Habana. También nominado.

Un álbum conformado de canciones prepandémicas, que estaba grabando justo cuando el mundo comenzó a entrar en cuarentena. Por lo que tuvo que dejar el disco esperando en puerta, como si fuera ese par de tenis que esperaron afuera de casa, mientras se nos pasaba la paranoia por el Covid. 

Chabuco en La Habana es un disco que tiene mucho son y aunque su sonoridad no es vallenata –incluso hay algunos temas propios, a veces hechos con compositores de renombre (Lulo Pérez, que participó en “Corazón Partío” de Alejandro Sanz, por ejemplo)– la estructura poética del género costeño se mantiene. 

Porque aunque Chabuco eche mano de muchas composiciones del cancionero popular, también escribe sus propias letras. Además su forma de cantar siempre hace honor a sus raíces, un detalle que es ineludible al verlo en vivo.

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Así es un concierto de Chabuco

A Chabuco se lo reconoce por haber llevado el vallenato a nuevos escenarios, principalmente teatros en Latinoamérica y Europa, como el Palacio de Bellas Artes de México DF, el Teatro Colón o el Teatro Colsubsidio de Bogotá, donde se presentó hace pocos días. A veces sus canciones pueden ser vallenatos tradicionales, pero en lo que José Darío realmente es un genio es fusionando su música.

Solo han pasado treinta segundos desde que Chabuco salió a escena cantando “Nació mi poesía” y sólo eso le bastó para centrar todas las miradas en él. Tiene una voz poderosa y, aunque –al comienzo del show– está acompañado solamente por un piano, canta como un juglar y tiñe de caribe todo lo que su voz toca. 

En lo personal, pocas veces he llegado a la presentación de un artista donde sólo treinta segundos me basten para conectar con su forma de interpretar las canciones. El concierto, continua con “Nido de amor” –estás dos primeras canciones son de Jorge Oñate–; pero esta última, interpretada inicialmente como un swing y luego como un son cubano. 

A continuación, “Amor sensible” en bossanova y luego una versión muy íntima del bolero “Te busco”, que es una buena composición para probar finura, ya que la han hecho tantas veces que lograr covers, que sorprendan se vuelve cada más difícil. 

Días antes del concierto, una persona de su equipo de trabajo me había dicho que tenía la teoría de que Chabuco tenía tanto éxito con su público, porque lograba que la gente estuviera pendiente de cada detalle en las historias de sus canciones. Sentado en el teatro recuerdo ese comentario y le doy toda la razón. Mientras tanto se sube el primer invitado de la noche, que es Juan Pablo Vega y ambos se mandan con “Vida loca” de Francisco Céspedes. 

Chabuco comienza a explicar que cuando hizo De ida y vuelta, pudo entender mejor la música de los gitanos y asegura que, ellos que pueden ser radicales a la hora de defender el flamenco, lo han acogido con mucho cariño. 

Entonces interpreta “Camino”, que tiene una cautivadora frase donde Chabuco canta: “Alguien me dijo ‘¿de dónde es usted, que canta tan bonito esa parranda? Si es tan amable, tóquela otra vez, quiero escuchar de nuevo su guitarra’. El concierto avanza con canciones como “Margarita”, “No me vuelvo a enamorar” (original de Juan Gabriel) y “Sabor a mí”. 

Dos músicos vallenatos amigos, uno de ellos el acordeonista Jaime Dangond, se suben a tarima para hacer “El mejoral” y “Así fue mi querer”. Chabuco toca el acordeón, aunque lleva años sin tocarlo. No importa. 

El show termina con dos clásicos del vallenato: “El cantor de Fonseca” y “El almirante Padilla”, recordada por la interpretación de Bovea Y Sus Vallenatos, otro conjunto donde también tocó su padre. No suena nada de su disco de tangos que saldrá en mayo, que incluirá canciones de Carlos Gardel, Fito Páez y Jorge Oñate, todas en bandoneón. Ni siquiera su versión de “El arcoíris” de Iván Villazón, que hace pocos días lanzó en plataformas digitales”. 

No hay prisa, ya habrá tiempo para eso. Sus discos, y sobre todo los que han estado marcados por músicas tan autóctonas para algunas partes del continente, han sido cada uno su propio viaje. El viaje a Argentina puede esperar.

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