“La culpa es del Fenómeno del Niño”: es la infame excusa que el Gobierno Nacional y local siempre usan para lavarse las manos, a través de los medios de comunicación, y explicar olímpicamente los efectos devastadores del impacto negativo que la humanidad le causa al medio ambiente.
Desde mediados de 2015, 130 municipios en 7 departamentos de Colombia han vivido cortes en el suministro de agua potable para millones de personas. Y millones más en 312 municipios están en riesgo de racionamiento.
Pero no pasa nada. Este árido panorama no ha logrado inmutar a las “autoridades competentes”. Y tampoco existe una cultura ciudadana de conservación y respeto por el medio ambiente.
Un ejemplo de los cientos de casos similares que se registran en el país, es el que se vive en el municipio de Andalucía, Valle del Cauca. El agua para el consumo de sus más de 18 mil habitantes la captan de una sola fuente: el río Bugalagrande. Y lo están matando.
Porque además del desvío parcial del cauce del río para el riego del monocultivo de caña de azúcar y del daño que causa la erosión y la contaminación, producto de la actividad agrícola y minera que se desarrolla en su cuenca alta y media y, de las toneladas anuales de basura que arrojan los turistas, la administración municipal realizó este año el Festival del río.
Una actividad de solo rumba y contaminación, como remate de las fiestas municipales que tuvo lugar el pasado domingo 17 de enero y que se hizo directamente sobre el lecho del río Bugalagrande y a la cual asistieron miles de personas que arrojaron cantidades ingentes de desechos.
De todo cayó al débil cauce del río, el cual se encuentra en el nivel más bajo de toda su historia, desde latas de cerveza y de espuma (carioca), hasta envases plásticos y de vidrio. Y lo peor es que la administración municipal puso a disposición la maquinaria del municipio para contribuir con la debacle ambiental.
Para hacer el festival, el alcalde Wilson Pérez García (ganó con el apoyo de su antecesor Gustavo Girón V.), ordenó la adecuación de un área dentro del lecho del río. Una enorme retroexcavadora del municipio removió material de arrastre para aplanar el área donde ubicaron la tarima para la presentación de los artistas contratados.
Aunque éste tipo de actividad es prohibida por la ley, eso no les importó. Lo más grave vino después, cuando la misma retroexcavadora removió parte de la capa vegetal de la ribera del río, enterrando grandes cantidades de basura que desde el primer fin de semana de año fue arrojada por los turistas, y la cual permanecía sin recoger.
También talaron un árbol (un solo árbol es una pérdida enorme), varios arbustos medianos y arrojaron escombros directamente sobre el río, degradando su ribera y contribuyendo con la erosión. Además afectaron el hábitat de varias especies de insectos y pequeños reptiles.
Además vulnera nuestro derecho a tener un ambiente sano
Lo paradójico es que ni la Asociación de Usuarios del Distrito de Adecuación de Tierras de Gran Escala del Río Bugalagrande, Asoribu y la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca, CVC, veló por la protección del medio ambiente.
Porque si no fuera por los recicladores, para quienes cada lata de cerveza y de espuma es valiosa, la ribera del río Bugalagrande habría quedado literalmente cubierta de basura.
Sin embargo, aún hay tiempo para resarcir el daño ambiental. Reforestar el área y retirar toda la basura y los escombros que están en el lecho del río, incluso la basura que enterró la retroexcavadora: es la tarea pendiente de la nueva administración municipal.
