Llegar a Pondores es una odisea. Desde Valledupar hay que agarrar 90 minutos de carretera, luego hay un desvío y, en medio de una trocha destartalada, en donde sólo los caballos y las 4 x 4 pueden llegar.
Fue el lugar escogido por Joaquín Gómez, el Comandante del Bloque Sur, uno de los mas poderosos de las Farc, para empezar su nueva después de 35 años en la guerrilla y haber soportado los bombardeos y la persecución terrestre del Plan Patriota del presidente Álvaro Uribe. Fue el único de los integrantes del Secretariado que decidió no beneficiarse de una curúl en el Congreso y por el contrario regresar a su tierra, en La Guajira. Llegó con un pequeño grupo de excomabatientes en noviembre del 2016 pero luego se juntaron otros 200 guerrilleros a apostarle a proyectos productivos. Todo entonces resultaba promisorio.
A poca distancia está el batallón del ejército Ares, el nombre del Dios de la guerra. Lo primero que aparece al llegar a Pondores es un local de abarrotes llamado Tienda Fariana, decorado con dos murales que evocan a Manuel Marulanda Vélez, el héroe máximo de las Farc. Las casas, pintadas de colores, son de 24 metros cuadrados, son húmedas, los techos son tan frágiles que cuando llueve se moja más adentro que afuera. No tienen baño y, lo peor, está hecho de asbesto
El asbesto es un material que está prohibido en el país por el alto nivel cancerígeno que tiene. Todo el tiempo destila un polvito diminuto que se cuela en los pulmones y va sofocando lentamente a los que lo inhalan. Es tan frágil el material del que están hechas estas casas que ya se nota la degradación en sus paredes, cuando el compromiso de la firma era permanecer solo seis meses en estos lugares de transición para contar con mejores viviendas y trabajo para sobrevivir. Ni Santos en su último año ni Duque en los cuatro años que tuvo, cumplieron.
Iván Gallo estuvo allí.