El barranquillero Carlos Moreno de Caro se hizo conocer utilizando la Corporación de Educación Superior del Trabajo, que él hacía llamar la Universidad del Trabajo, fundada a principios de los años 90. Desde ese pequeño espacio académico, sin ninguna experiencia en política, en 1994 empezó a hacer campaña para la alcaldía de Bogotá. Se quemó. Tres años más tarde, en el 1997 avalado con el movimiento Defensa Ciudadana, se volvió a lanzar a la alcaldía. Volvió a perder.
Aunque su carrera política la empezó con dos derrotas, un año después, en el 98, volvió al ruedo. Con su recordado movimiento Dejen Jugar al Moreno y una vez más usando la “universidad del Trabajo” como catapulta para hacer campaña, llegó al Senado como uno de los congresistas más votados del país con 130.000 votos.
Fue una victoria agridulce. En medio de la popular campaña electoral el Ministerio de Educación le cerró su ‘universidad del trabajo’ por malos manejos y por fallas en los procesos académicos. En esa época varios estudiantes denunciaron públicamente que Moreno de Caro les ofrecía cambiar proyectos estudiantiles por actividades como barrer calles y tapar alcantarillas, imágenes que usó en sus campañas políticas.
A partir de ese momento Carlos Moreno de Caro se hizo notar como político popular. Dejó de lado el proyecto educativo, que quedó en manos de sus hermanos, y se convirtió en un político de tiempo completo. No duró mucho como congresista porque su sueño era la alcaldía de Bogotá. En el 2000 renunció a la curul para buscar por tercera llegar al Palacio de Liévano, pero a mitad de camino se dio cuenta que no ganaría, declinó la aspiración y se lanzó al Concejo de Bogotá. Aunque ganó con solidez, solamente estuvo cuatro meses en el cabildo, renunció para lanzarse de nuevo al Senado y logró nuevamente la curul.
En el capitolio Moreno de Caro se hizo conocer más por sus payasadas que por sus propuestas políticas. Se apegó al populismo para dejarse ver. Llegó a soltar mariposas en el recinto del Senado y hasta llevó alacranes para compararlos con sus colegas. Uno de estos venenosos animales terminó aplastado bajo la suela de un zapato cuando quiso entregárselo en mayo de 2004 al senador liberal y periodista ya fallecido Édgar Artunduaga, quien se oponía a la reelección de Álvaro Uribe, la cual Moreno de Caro defendía con furia.
La lealtad de Moreno de Caro con el presidente Álvaro Uribe fue bien recompensada. En 2007, ya por fuera del congreso el entonces presidente Uribe lo nombró embajador en Sudáfrica, pero en 2008 lo tuvo que abandonar en medio de versiones de ‘paras’ reinsertados, que contaban cómo los exjefes paramilitares ‘Gordolindo’ y Ernesto Báez financiaron su campaña al Senado de 2006. Sin embargo, las acusaciones contra Moreno de Caro no prosperaron.
La Universitaria de Colombia
Desde que el exsenador volvió de Sudáfrica en 2008 se alejó de la política y se encerró junto con sus hermanos Isaac –también exconcejal por el mismo movimiento– y Marco Antonio para retomar el proyecto que en 1997 se le había derrumbado: tener su propia universidad.
En junio de 2010, trece años después de haber sido cerrada su universidad de garaje que dejó a muchos estudiantes en el limbo académico porque lo estudiado allí no fue válido, y que tenía como sede el viejo edificio de color verde que está diagonal al Parque Nacional, en la séptima con 34, que también era sede de sus movimientos políticos, el polémico ingeniero costeño abrió las puertas de la Institución Universitaria de Colombia. Aunque sus hermanos tienen participación, Carlos Moreno de Caro es el que manda, es el representante legal y además es el rector.
Cuando la Universitaria se creó solo se ofrecían dos carreras: administración de empresas y contaduría pública y se tenían igual número de sedes. Doce años después la universidad de los Moreno de Caro ofrece 18 programas académicos en nueve sedes, todas en el barrio La Merced, frente al Parque Nacional, que se han instalado en casas que son patrimonio cultural que los Moreno han ido comprando y que por ley de conservación arquitectónica no se podían modificar, pero esa ley a los Moreno de Caro poco les importó y en todas se hicieron y se siguen haciendo trabajos de reconstrucción.
Hace un año, en 2021, el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural selló la obra que se estaba adelantando en una de las sedes, pero después de puesto el sello para detener la construcción, este fue tapado y los trabajos se siguieron haciendo. El instituto volvió al lugar, puso de nuevo los sellos e instauró una denuncia ante la Fiscalía contra los hermanos Moreno de Caro, la cual no ha tenido efecto.
Modificar las casas que no podían tocar no ha sido el único escándalo de la universidad de Carlos Moreno de Caro, al igual que su dueño, ha tenido polémicas a cuestas.
Al fundarla, en 2010, la solicitud de aprobación de la carrera de ingeniería industrial ante el Ministerio de Educación, un documento de más de 200 páginas, tenía al menos 70 hojas plagiadas de otras universidades colombianas y extranjeras, así lo dijo El Espectador en una nota publicada el 6 de noviembre de 2010 por el periodista investigativo Norbey Quevedo, quien también conoció documentos que relacionaron al instituto universitario con William Vélez Montes, investigado por el gobierno de Estados Unidos por negocios con el cartel del Valle liderados por Gabriel Puerta Parra.
El graduar profesionales en tan solo tres años, a diferencia de los cinco que regularmente utilizan las demás universidades, también generó polémicas y preguntas sin respuesta por parte de funcionarios del ministerio.
Sumadas a las anteriores polémicas, sobre el exsenador y máximo accionista, Carlos Moreno de Caro, pesan nuevas denuncias por parte de trabajadoras de la universidad por acoso laboral. En medio de las denuncias se conocieron varios videos en los que se evidencia el mal trato que han sufrido las empleadas del directivo universitario, en las que las insultaba y agredía.
Frente a lo sucedido, la universidad emitió un comunicado en el que al parecer suspenden relaciones laborales con Carlos Moreno de Caro de su propia universidad. En la carta, la institución académica calificó de ‘reprochable’ el actuar de Moreno de Caro contra las denunciantes. La universidad aseguró que el actuar del fundador y máximo dueño no representa los principios y la filosofía del centro académico.
Lo cierto es que la Universitaria de Colombia en medio de las polémicas sigue creciendo de la mano del excongresista, quien desde que salió de la vida política ha mantenido un bajo perfil negándose a entrevistas. La universidad de los hermanos Moreno de Caro cuenta con unos 1500 estudiantes, que pagan tres en promedio millones de pesos por periodo académico que se cursa en solo tres meses y que al año le permiten mover a Moreno de Caro unos 15 mil millones de pesos con los que sigue haciendo crecer su imperio sin que las denuncias le afecten.
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