Durante años don Juan Antonio se dedicó al cultivo de productos tradicionales colombianos, producción que aseguran estos campesinos ha decaído en los últimos años en Colombia.
“Ya nadie se preocupa por el campesino y sabemos que el campesino es el que lleva la comida a la ciudad”, dice Juan Antonio Merchán, campesino.
Por esta razón, para estos cultivadores de Usme en Bogotá, se creó el programa ‘Es campesino local’, que tiene como fin mejorar la calidad de vida de estas personas, fortaleciendo la producción agropecuaria y económica.
“Generar encadenamiento productivo, economía circular, economía solidaria en la ruralidad de Usme y empoderarla como la despensa de Bogotá”, sostiene Mabel Sua, alcaldesa local de Usme.
Gracias a ese programa, en este invernadero se dedican al cultivo de tomate orgánico, una hortaliza que forma parte de la dieta de millones de personas en el mundo y que lo convierte en un producto obligado en la cocina.
“Ya con esto ellos tienen la capacidad de producir y de comercializar durante todo el año el producto”, expresa José Darío Ramírez, ingeniero agrónomo.
A pesar de la realidad de muchos campesinos por la falta de herramientas para hacer competitivos sus productos, estos cultivos cuentan con tecnología de punta y capacitaciones técnicas para que estas familias campesinas puedan sacar adelante sus cosechas.
“El objetivo final es que el campesino tenga una vida digna, ¿cómo se consigue?, con unos ingresos constantes durante todas las semana”, añade Ramírez.
El producto no solo se ofrece en la capital del país, gracias a la apuesta por los cultivos orgánicos, ahora estos cultivadores de la Bogotá rural tienen la posibilidad de ingresar al mercado internacional a través de multinacionales que optan por alimentos naturales.
“Nosotros no fumigamos con químicos, puesto que sabemos que eso es dañino para la salud”, dice María Felisa Torres, campesina.
“La inversión del recurso no solamente es financiera sino humana, técnica, de maquinaria e insumos para mejorar la calidad de la producción de nuestros campesinos y, además, les garantiza soberanía y sostenibilidad económica”, destacó Mabel Sua, alcaldesa local de Usme.
Así, campesinos como don Juan Antonio siguen fortaleciendo y estrechando su amor por el cultivo de tomate, amor que como en los cuentos de hadas será hasta que la muerte los separe.